Cierra el primer circuito de drones de carreras tras ocho años en Vilarmaior

D. Vázquez VILARMAIOR / LA VOZ

A CORUÑA

El aserradero fue vendido y la falta de alternativas apaga el sueño de Tábano

26 ene 2025 . Actualizado a las 05:01 h.

Las carreras que allí se desarrollaron fueron épicas. Impresionantes, más si se tiene en cuenta que la popularización de los drones era todavía relativamente reciente. Sin embargo, la historia del primer circuito de drones de carreras de Galicia ha llegado a su fin. El proyecto impulsado hace ocho años en un aserradero de Vilarmaior se cierra por la venta del recinto. Lo hace con agradecimiento por parte del Tábano FPV Team, que impulsó el circuito, por la cesión de las instalación todos estos años. «Eso fue un lujo, todo un detalle de la familia del tesorero, Óscar Mayo, que fue la que nos permitió volar allí los fines de semana», reconoce el actual presidente de la entidad, Berto García Vázquez.

Nació con una treintena de personas aficionadas a volar vehículos aéreos no tripulados, pero reconocen que las restricciones impuestas a estos aparatos los hizo desistir y la participación fue reduciéndose en los últimos tiempos. La asociación cierra también ciclo, aunque mantendrán los grupos de contactos por si hubiera la posibilidad de retomarlo en un futuro en otra ubicación.

PACO RODRÍGUEZ

Allí hicieron tres grandes campeonatos y algunos de sus pilotos llegaron a un grupo nacional. Como logros, Berto señala «el poder tener, para mi gusto, el mejor circuito de toda España, la mayoría de la gente no tiene un circuito estático. En el aserradero podíamos volar los días que quisieras, estábamos en medio de la naturaleza y teníamos estructuras fijas». Recuerda el «entusiasmo que había porque era algo muy nuevo» y la expectación por algunas de sus grabaciones en carreras de coches.

«El covid y las leyes nos cortaron las alas»

Alain Sánchez Fistonich fue el primer presidente de Tábano Team y al mismo tiempo que se cerraba el circuito del aserradero, él emprendía su vuelta a su país, después de 20 años, para dedicarse allí profesionalmente a los drones. De la entidad se había desvinculado antes, por ese espíritu emprendedor, incompatible con una entidad sin ánimo de lucro.

«En Panamá voy a hacer proyectos que intenté en España, pero que, si soy sincero, eran complicados siendo yo latino y pensé en hacerlos en mi país con los contactos que tengo», precisa. «Lo bonito del aserradero, además de conocer personas con tus mismos gustos, es que marcó el inicio de una época, a nivel de España. Fuimos los primeros de Galicia y también de España para esa modalidad», remarca con satisfacción y reconoce que «funcionó bien hasta que llegó la pandemia». «El covid y las leyes nos cortaron las alas, llegaron las restricciones a los vuelos de drones», dice. «Casi se nos ve como terroristas y mucha gente comenzó a salirse, ya solo quedan cuatro o cinco pilotos de aquella época. Tantos impedimentos le quitan las ganas a cualquiera», admite. Algo en lo que también coincide Berto García, que asegura que las exigencias complican volar este tipo de aparatos y les llegan a exigir seguros que superar el coste de los drones. Profesionalmente, aseguran que tampoco es fácil, aunque haya muchas certificaciones como piloto.

PACO RODRÍGUEZ

Ambos se conocieron en un foro, Alain ya volaba drones y tras quedar, Berto compró su primer equipo. A ellos se les unieron otros aficionados, primero volando en espacios naturales, hasta que surgió la oportunidad de tener una base en Vilarmaior en un aserradero que llevaba sin actividad desde el 2008.

Alain remarca que el futuro ahora no pasa tanto por volarlos sino por las «mentes brillantes que desarrollen nuevos prototipos». En su caso, destaca lo realizado con la Fundación Barrié e ITG con la Liga Maker Drone, donde cree que lo importante es motivar a los jóvenes a desarrollar «no solo drones aéreos, sino terrestres, acuáticos, submarinos y buscar las aplicaciones que puedan tener». «En esa liga se les enseñaba robótica, programación, impresión 3D y lo que buscaba era que el talento gallego se motivase por la tecnología, crear cantera», dice sobre un proyecto en el que participó y que ya encara su cuarta edición.