Ramón Cacabelos: «Hay que recurrir a la farmacogenética para personalizar el tratamiento»
El doctor catedrático de Medicina Genómica y presidente de EuroEspes es reconocido como el número uno del mundo en Farmacogenética del sistema nervioso

El doctor Ramón Cacabelos es director del Centro Internacional de Neurociencias y Medicina Genómica de EuroEspes Health, una institución de referencia internacional que visitan un 20 % de pacientes extranjeros para prevención, diagnóstico y tratamiento de enfermedades del sistema nervioso y otras prevalentes, como los trastornos cardiovasculares y oncológicos, en los que el componente genético juega un papel patogénico determinante.
—Ante la posibilidad real de que surjan nuevas pandemias y amenazas, ¿puede la medicina genómica ayudar a prevenirlas y reducir sus impactos nocivos? ¿De qué manera?
—La identificación del genoma del SARS-CoV-2 y sus diversas mutaciones fue lo que permitió desarrollar una vacuna, en tiempo récord contra el covid-19, como nunca se había hecho en toda la historia de la medicina, independientemente del nivel de eficacia, los efectos adversos y quizá el grado de improvisación, ignorancia sanitaria, y permisividad de las autoridades regulatorias con respecto a las vacunas anticovid. La genómica es esencial para tipificar a las personas más vulnerables a una infección, a un riesgo tóxico medioambiental, o a una dolencia endógena; y la farmacogenética es la única forma de tener certeza de que un fármaco es útil para tratar eficazmente a un paciente y evitar toxicidad y efectos adversos. Por lo tanto, la medicina genómica hoy día es la única disciplina capaz de combatir con un alto nivel de eficiencia cualquier amenaza a la salud humana y personalizar el tratamiento farmacológico necesario.
—¿Qué evolución ha tenido el centro desde su apertura?
—El Centro de Investigación Biomédica EuroEspes se creó en 1995. Actualmente, el grupo EuroEspes Health se compone de tres divisiones: una división médica, el Centro Internacional de Neurociencias y Medicina Genómica; una división genómica, dedicada al desarrollo de biomarcadores genómicos, epigenéticos y farmacogenéticos; y una división industrial, representada por Ebiotec, la división biotecnológica de EuroEspes, en la que se desarrollan bioproductos y vacunas, como la EB-101, la primera vacuna española, aprobada por la Oficina de Patentes de Estados Unidos, para la prevención y tratamiento de la enfermedad de alzhéimer.
—¿Siguen siendo los objetivos los mismos o ha sido necesario ampliarlos?
—Toda institución médica tiene que evolucionar en paralelo al progreso científico. Nuestros objetivos en defensa de la salud de las personas son los mismos, pero nuestros procedimientos, planes de trabajo y proyectos de investigación están en cambio permanente. Procuramos incorporar al entorno médico todos los avances de la ciencia para mejorar los procesos diagnósticos, anticiparnos a la enfermedad y personalizar los tratamientos.
—¿Ha cambiado el perfil de los pacientes?
—Aproximadamente, un 60 % de nuestros pacientes son mayores, con enfermedades neurodegenerativas y cerebrovasculares; un 30 % son adultos jóvenes con antecedentes familiares que desean saber si presentan algún riesgo genético que les aboque a los mismos problemas de salud que sus progenitores y antepasados; y un 10 % son niños y jóvenes con problemas cognitivos, enfermedades del neurodesarrollo de base genética o niños con problemas de aprendizaje y fracaso escolar, que en más de un 50% de los casos presentan problemas cerebrales orgánicos. La fidelidad de nuestros pacientes es admirable. Tenemos pacientes que llevan con nosotros más de 30 años.
—¿Qué ventajas supone para los pacientes la medicina personalizada?
—Afortunadamente, en la actualidad la población tiene fácil acceso al conocimiento. La gente sabe que los principales problemas de salud en el mundo desarrollado son los que afectan a corazón, cáncer y cabeza, los cuales tienen un importante componente familiar; y, sin embargo, ningún paciente enferma de la misma manera; y la gente es conocedora de que un mismo fármaco no funciona igual en dos personas diferentes, ni siquiera entre gemelos. La medicina personalizada lo que busca es preservar la salud de las personas y evitar la enfermedad en base al perfil genómico de cada persona; y cuando hay que tratar, la farmacogenómica es la disciplina más sofisticada y eficaz para dar el medicamento adecuado en la dosis correcta al paciente que lo precisa. Desde esta perspectiva, la medicina personalizada hoy permite alcanzar las cuotas más altas de precisión diagnóstica y eficacia terapéutica; y eso es lo que debe perseguir cualquier sistema de salud en un país desarrollado. Las intervenciones por ensayo y error, así como las prescripciones por protocolo, basadas en el márketing farmacéutico o la costumbre, deben considerarse formas de actuación médica del pasado. La medicina genómica es el futuro, en presente.
—El doctor Cacabelos siempre fue reconocido como un defensor de la prevención frente a las enfermedades crónicas. ¿Nos podría dar un ejemplo?
—Quizá el ejemplo más sencillo, válido para un 60 % de la población mayor de 50 años, sea el colesterol. Altos niveles de colesterol representan un riesgo cardiovascular, cerebrovascular, arteriosclerótico y metabólico. La tendencia natural en medicina es tratar a los pacientes hipercolesterolémicos con estatinas o fármacos equivalentes, que no están libres de toxicidad y efectos adversos. La prevención de los riesgos que implican niveles altos de colesterol hay que abordarla primero sabiendo por qué un paciente tiene el colesterol alto: si es por un defecto endógeno, metabólico (genético), que le imposibilita movilizar y eliminar adecuadamente el colesterol; o es porque su dieta es inadecuada, su vida es sedentaria o ambas cosas. Para saberlo, con un perfil genético podemos identificar la causa y predecir si esa persona tiene riesgo futuro o no de sufrir un problema cardíaco, una arteriosclerosis, un accidente cerebrovascular o una obesidad. En caso de ser un problema medioambiental, la solución no es dar fármacos sino corregir el modelo de vida; si el problema es endógeno, entonces se requiere tratamiento crónico, durante años, en cuyo caso hay que elegir el tratamiento más adecuado y menos tóxico, con ayuda de la farmacogenética. Esta es la manera más eficaz de hacer prevención, en términos de tiempo y costes; y sobre todo, garantía de bienestar para la persona a riesgo.
—Cuidado y ciencia, ¿ahí está el meollo?
—Ese es el fundamento de una buena medicina: incorporar a los procedimientos médicos todos los avances científicos que nos permitan preservar la salud, con la mayor seguridad y el menor coste.
—En EuroEspes desarrollan diferentes planes de prevención de diversas enfermedades, ¿cómo es de importante la prevención en las enfermedades neurodegenerativas?
—Todas las enfermedades neurodegenerativas, que afectan al cerebro, como el alzhéimer y el párkinson, que son las dos más frecuentes, aunque aparecen en edades relativamente tardías de la vida, realmente están destruyendo nuestro cerebro durante décadas antes de dar síntomas. Cuando se manifiestan, con trastornos de memoria en el caso del alzhéimer, o problemas del movimiento en el caso del párkinson, son tantos los miles de millones de neuronas que han muerto, que ningún medicamento — por moderno que sea— va a ser capaz de revertir los síntomas o restaurar la función de las neuronas muertas. Ningún medicamento resucita neuronas; lo que hacen los tratamientos convencionales es hacer trabajar más a las neuronas remanentes, para en el medio plazo agotarlas y acelerar su muerte. Por todo ello, el abordaje preventivo de estas dolencias crónicas e irreversibles es identificar el riesgo genómico de sufrirlas, cuando el cerebro deja de madurar alrededor de los 30 años de edad —que es cuando se activan los mecanismos de daño neuronal—, y poner en marcha un plan neuroprotector que evite la muerte prematura de las neuronas. Esta es la única manera de luchar eficazmente contra cualquier enfermedad neurodegenerativa. Cuando la enfermedad ya da síntomas, llegamos tarde para intervenir terapéuticamente con eficacia; y, aún así, hay que tratarlas, causando el menor daño posible; y, una vez más, en estos pacientes mayores, que toman de 6 a 10 medicamentos diarios, para evitar interacciones medicamentosas y toxicidad farmacológica, hay que recurrir a la farmacogenética para personalizar el tratamiento farmacológico, evitando con ello daños asociados a la toxicidad de la química farmacéutica.