![El personal sanitario, junto al de seguridad, se concentró el martes frente a la puerta de urgencias en solidaridad con su compañero enfermero apuñalado el lunes durante un servicio](https://img.lavdg.com/sc/rkrn4ueMp-tCmkClR2t84ZJeNpU=/480x/2025/02/07/00121738932781706631872/Foto/HF9C2F1_13523.jpg)
El último ataque a un enfermero y un vigilante en el Chuac evidenció la inseguridad que sufren en su día a día. Para atajar las amenazas verbales y físicas, exigen más recursos y un protocolo que no quede en papel mojado
09 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La paciencia de los sanitarios llegó al límite el lunes tras enterarse de que un compañero enfermero fue apuñalado en urgencias del Hospital Universitario de A Coruña, resultando también herido un vigilante. Para ellos ese suceso fue la gota que colmó el vaso tras años de quejas por la inseguridad en su puesto laboral.
De amenazas a golpes
Un reguero de ataques. Ese suceso fue la agresión más grave en los últimos años, pero no la única. En diciembre del 2022 un hombre agredió a un médico en el ambulatorio de Labañou hasta dejarlo inconsciente. Además, ocasionó cuantiosos daños en el mobiliario. Ese mismo individuo se desplazó pocos días después a la Casa del Mar. Allí se identificó como el que había destrozado la consulta en Labañou para que le facilitasen recetas de psicofármacos. Durante ese año dos técnicos de ambulancia fueron agredidos cuando realizaban un servicio. Los profesionales se desplazaron hasta el Agra do Orzán y al llegar se encontraron a una mujer bajo los efectos del alcohol. En un primer momento aceptó la ayuda, pero al estar en el interior del vehículo comenzó a increpar a uno de los trabajadores para posteriormente agredirlo.
Sin registrar
Muchas no se denuncian. Según el Observatorio Nacional de Agresiones en el 2023 se produjeron 212 agresiones solo a enfermeros en Galicia. Desde la Consellería de Sanidade señalan que en el 2024 fueron medio centenar los procedimientos penales por insultos, amenazas y agresiones físicas o verbales a sanitarios. Unas cifras que, de acuerdo con los profesionales, no reflejan la realidad. «Moitos dos episodios violentos non se denuncian», indica María Formoso, presidenta de la comisión de centro del Chuac, que añade: «Non é que tras a agresión do luns nos volveramos tolos, estas situacións levan sucedendo moito tempo e por iso agora dicimos basta».
Seguridad
Protocolo sin actualizar. Los sindicatos han reclamado a Prosegur, la concesionaria de la seguridad y vigilancia del hospital de A Coruña, información y más coordinación tras la agresión del lunes. El personal del Chuac demanda que se elabore un protocolo actualizado. «Ter ese documento non é garantía de nada, pero é preciso que exista por escrito e que se de a coñecer aos profesionais. Para iso, é preciso formación ao cargo da Administración», apuntan desde la comisión de centro. Sobre el actual protocolo, Formoso, apunta que data del año 2012 «é descoñecíase a súa existencia». Dende a súa redacción pasaron moitos anos e fixéronse moitas modificacións no centro».
Espacios adecuados. Desde la comisión de centro exigen además «espazos adaptados para quen chega axitado». La agresión del lunes se produjo después de que el agresor protagonizase un episodio violento previo en su domicilio. «Urxencias non é un ambiente tranquilo e unha persoa que chega despois dun momento así non debe estar co resto de pacientes», dice Formoso. Sobre las personas con problemas de salud mental, considera clave que sean recibidos en un lugar separado para garantizar su tranquilidad. «Non pode seguir acontecendo que estean estes doentes unha media de 4 e 6 días en urxencias porque non hai dispoñibilidade nas súas unidades. Os recursos son insuficientes e é o primeiro que precisamos para atallar esta situación», reclama Formoso, que añade: «Sabemos que se incrementaron os plans de saúde mental, pero seguen sen ser abondo. A área sanitaria da Coruña é a que ten un ratio máis alto paciente-profesional e arrastramos un déficit de persoal de anos atrás». Asimismo, señala que sus compañeros del hospital de Oza son unos de los más expuestos. «Levamos tempo denunciando que a unidade de agudos é insuficiente. Tanto que incluso o persoal tivo que utiliza a zona de rehabilitación para ingresar enfermos deste tipo e as enfermeiras facían garda nas portas». Por ello su reivindicación es clara: «Protocolos, recursos e espazos axeitados».
Refuerzo. La gerencia del Chuac contrató a un agente más en el turno de tarde como refuerzo. Es una de las primeras medidas de la dirección del hospital, que también ofreció al personal apoyo psicológico y asesoramiento legal tras lo ocurrido y mientras no se concluye la investigación de la agresión. Sobre el número de trabajadores de seguridad, desde la comisión del centro indican que se les trasladó que es el mismo que hace diez años. Un punto que critican, ya que los espacios y el número de pacientes ha variado desde entonces.
Un problema transversal
Afecta a todas las áreas. Todos los profesionales de la salud están expuestos a ser agredidos por un paciente o un acompañante. Entre los que reciben a menudo amenazas están los técnicos de ambulancia. «Somos la primera línea de asistencia. Antes de la pandemia ya había problemas, pero después, estos accidentes se incrementaron muchísimo», dice Daniel Vázquez Couto, delegado sindical de CC.OO. y miembro del comité de empresa de Servicios auxiliares sanitarios de emergencias, además forma parte del comité de seguridad y salud. El técnico de ambulancia no trabaja para el Sergas, puesto que además del personal del 061, en el área sanitaria desempeñan la labor de traslado urgente y no urgente de pacientes trabajadores de empresas externas. En su caso, consiguieron que se aprobase un protocolo en mayo del 2023, pero denuncian que no se ha aplicado correctamente. Desde la firma del documento sí que comenzaron a registrar las agresiones. «Desde el 2024 contabilizamos veinte en nuestra empresa», dice. El protocolo firmado obliga a que la compañía ofrezca formación, «de defensa personal y detección y manejo de situaciones potencialmente peligrosas, pero no se han impartido», denuncia el profesional, que añade: «Se producen muchas agresiones verbales que no van a más porque tenemos mucha mano izquierda fruto de la experiencia». Él y sus compañeros llevan también años luchando para ser considerados profesionales sanitarios. «En caso de sufrir una agresión, estos son considerados autoridad, pero nosotros no estamos reconocidos como tal y es un problema». Eso les impide también tener acceso a una app con línea directa con las fuerzas de seguridad, con quienes tener coordinación es clave. «Hace poco en Sada nos llamaron por una pelea en un bar con veinte implicados. Nos negamos a ir hasta que llegase la policía o la Guardia Civil. En muchos casos, se les avisa previamente, pero como también han perdido número de efectivos y algunas veces su presencia finalmente resulta no ser necesaria, nos indican que vayamos primero y les avisemos si es preciso».
Sergio González, auxiliar de enfermería en el Chuac: «En diez años he recibido amenazas y he estado de baja por una agresión»
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Es técnico auxiliar de enfermería y lleva diez años trabajando en urgencias del Chuac, «cinco con la plaza de vacante», indica Sergio González. El año pasado estuvo de baja después de sufrir una agresión en su puesto de trabajo. «Terminamos los dos, el paciente y yo por el suelo y me golpeé con la manilla de una puerta en la espalda. Ni siquiera fue considerado accidente laboral», lamenta.
El suceso se produjo cuando atendió a un enfermo a la espera de que llegase el médico. «Le habían hecho el triaje y estaba en un box. Le dije que se fuera desvistiendo, que ahora venía el médico a verlo y me fui. Al salir, vino detrás de mi y al darme la vuelta le dije que volviera al box, pero se me echó encima». Fue entonces cuando el sanitario trató de reducirlo. «Intenté inmovilizarlo, mientras no llegaba el personal de seguridad y nos caímos los dos al suelo», relata.
Además de ese episodio ha vivido otros momentos de tensión. «En estos diez años he recibido amenazas de muerte e insultos, y no solo de pacientes con problemas de salud mental, que no hay que estigmatizarlos, también de otros enfermos y de sus familiares o acompañantes», dice Sergio que, al igual que ha hecho con sus compañeros en las concentraciones de los últimos días, reclama un protocolo claro. «El que han sacado es del 2012. Está desactualizado. Antes urgencias estaba en la cuarta planta y había un control de entrada y salida, ahora cualquiera puede acceder. Nos ha pasado de llegar una persona en ambulancia por una pelea y dentro encontrarse con quien se había producido el enfrentamiento y generarse una nueva reyerta».
También cree que debería haber un protocolo intrahospitalario. «El paciente que apuñaló a mi compañero ya había sido violento en su domicilio y por ello acudió hasta allí la Policía Local. Debería haber un seguimiento en estos casos. Pudo ser peor, podría haber agredido a los compañeros de la ambulancia y causar un accidente o incluso haber dañado a otros pacientes». Por eso, considera clave que con el aumento de patologías de salud mental haya espacios de espera diferenciados y adecuados. «El ajetreo de urgencias les puede poner nerviosos», dice.
Sobre las agresiones, lamenta que no haya un control por parte del hospital. «La mayoría no se denuncian, pero si desde la gerencia tomasen nota de cada caso habría un informe y eso ayudaría a tomar medidas. Todo el personal está expuesto». También pide que el protocolo incluya más apoyo al personal. «Un brazo fracturado se cura y se ve, pero las heridas psicológicas tardan más y no se aprecian a simple vista. Me pongo en la piel de mi compañero y me daría miedo volver a trabajar», dice.
Golpes con una mochila contra una matrona
«Estaba en la consulta cuando entró un hombre sin permiso de manera abrupta. La mesa de atención es en forma de L y se me colocó de tal forma que me impedía el paso. Fue muy maleducado y me dijo que tenía que atender a su pareja. Ni siquiera tenían cita por lo que le respondí que tenían que esperar. Se negó a salir y comenzó a golpearme con una mochila». Es el relato de una matrona que ejerce en la comarca coruñesa. La mujer, que por miedo prefiere no desvelar su identidad, relata la agresión que sufrió en enero del 2021 como una muestra de lo expuestos que están los sanitarios en su labor.
En su caso, pulso un botón del pánico de su escritorio de forma que pocos minutos después el personal de seguridad se personó en su consulta parando al agresor. «El hombre salió corriendo, pero la Policía lo localizó cinco días después en A Coruña. Su pareja se quedó en la sala de espera más sorprendida todavía que yo por lo ocurrido», relata la afectada, que denunció la agresión. «Igualmente, al ocurrir en la consulta y venir seguridad, Fiscalía ya actúa de oficio. Me sentí súper arropada por ellos desde el inicio y en el proceso judicial, pero lamentablemente el agresor resulto absuelto».
El juez del caso no consideró que hubiese pruebas suficientes para demostrar la agresión a la sanitaria y consideró que los hechos declarados probados «no constituyen un delito de atentado»
Así, en el fallo reconoce una discusión y añade que «queda claro que el acusado y su novia de entonces acudieron a la matrona para comprobar si la joven estaba o no embarazada. Y lo hicieron por dos días sin que les atendieran. En tales circunstancias es lógico que se produzca una discusión y que la pareja esté ansiosa por saber si están o no en espera de un hijo, algo que les cambiaría la vida totalmente, hasta tal punto de que hoy ni siquiera son pareja dado que no estaba embarazada». Ante el varapalo judicial, la afectada dice sentirse indefensa. «En la consulta soy la máxima autoridad y aun así esto ocurrió sin consecuencias», lamenta.