El estanque de los jardines de Méndez Núñez de A Coruña dobla su población de carpas

Carlos Portolés
Carlos Portolés A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Los incidentes relacionados con el botellón acabaron con los peces del estanque, que fue repoblado en 2021. No obstante, suelen estar escondidos bajo las rocas

17 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

«La guinda será volver a tener peces en el parque». 2 de febrero del 2020. Inés Rey, con alcaldía prácticamente de estreno, explica frente a los micrófonos de Radio Voz cómo están siendo los primeros operativos para la erradicación definitiva del botellón. Más de una treintena de agentes, contaba, hicieron patrulla por zonas como Méndez Núñez o Plaza de Vigo para disolver contubernios alcohólicos, que pasaban a ser proscritos en la vía pública tras años de destrozos y altercados de fin de semana.

Lo de las copas en Méndez Núñez estaba estrechamente relacionado con la vida (y la muerte) de los peces de su fuente principal. A los juerguistas la borrachera les daba resaca. Pero a los animalillos los mataba. Si no era por el cubata que iba a parar al caudal del reducido estanque, contaminando el ecosistema y asfixiando a algún ejemplar desafortunado, era por algún temerario con complejo de fontanero.

Contaba esta edición de la La Voz de Galicia el 27 de abril del 2004 una gamberrada mortal que arrancó de la existencia a dos centenares de ejemplares piscícolas en una sola noche. La operación fue bastante elaborada. Unos cuantos muchachos, armados con un paragüas a modo de palanca, consiguieron levantar el desagüe y reducir drásticamente el nivel de agua del fontanal.

El vandalismo acabó con muchos peces del estanque de Méndez Núñez en el 2004.
El vandalismo acabó con muchos peces del estanque de Méndez Núñez en el 2004. No disponible

¿Por qué no se ven si realmente están ahí?

Muchos piensan que actualmente no hay peces en la fuente de Méndez Núñez. Esto se debe a que estos animalillos no son demasiado sociables, y se esconden entre las rocas de la estructura central

Quedaron boqueando desesperadamente hasta el ahogo unos cuantos individuos de envergadura considerable, tal y como acreditaban las fotos que publicaba esta cabecera a la mañana siguiente. Una coloreada carpa, gorda como lo son todas las carpas de estanque bien alimentadas (y en España siempre han encontrado fácil el engrosamiento entre los gusanitos y las migas de pan), yacía con todas sus carnes ilustrando vivamente —en este caso, mortalmente— un problema cada vez más acuciante. Méndez Núñez se estaba convirtiendo en un secarral para los macrobotellones.

Así que, recién llegada, Rey se planteó como objetivo inmediato erradicar esta práctica y, de paso, hacer que volvieran los peces como en el poema las golondrinas. Siete meses y unas cuantas operaciones policiales después, el mensaje calaba. Hoy es ya rarísimo ver reuniones de este jaez en la zona.

En diciembre del 2021 sucedía por fin. La alcaldesa, acompañada de un grupo de niños del colegio Rosalía de Castro, se personaba frente a la recién reformada fuente y depositaba unos 50 peces. Esta vez, no obstante, se tomaron medidas adicionales para evitar un nuevo exterminio, voluntario o involuntario, de la delicada población. Aproximadamente cada mes, personal municipal hace una revisión exhaustiva y lleva a cabo una limpieza profunda. Cuando las labores higiénicas lo hacen necesario, se organiza un traslado de los animales al Aquarium Finisterrae donde, como contaba nuestro compañero Pablo Portabales en el 2022, pasan «dos días de hotel en régimen de todo incluido» mientras su hogar se beneficia de una puesta a punto.

En la actualidad es difícil ver a los peces que viven en estanque, porque están casi siempre escondidos bajo la estructura central.
En la actualidad es difícil ver a los peces que viven en estanque, porque están casi siempre escondidos bajo la estructura central. Eduardo Pérez

Así, por fin, el asentamiento ha echado raíz. Después de años de vaivenes y de ausencia. Actualmente, el censo ronda los 100 ejemplares. Es decir, se ha duplicado en los últimos años. También es cierto, no obstante, que están casi siempre escondidos, haciendo contorsiones imposibles en los recovecos de su fuente. Como si tuvieran un recuerdo heredado de las muchas veces que sus congéneres pagaron con la vida estar expuestos a la acción y el capricho humanos. Pero están ahí. Y se multiplican. Y, junto a los otra vez esplendorosos vegetales de los jardines —¿qué es un jardín sin flores?— devuelven a uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad su cara limpia. La que durante años enteros no se vio.

Aunque, de vez en cuando, algún incidente recuerda su fragilidad y su necesidad de atención continuada. Como el del 20 de mayo del 2023, cuando un leve desajuste en el cloro hizo perecer a unas cuantas carpas. Es un esfuerzo municipal y ciudadano que precisa implicación y vigilancia. Pero los coruñeses decidieron que merece la pena.