Manos extranjeras salvan los negocios de siempre de A Coruña de la desaparición
A CORUÑA

Madais y Alexánder, un matrimonio cubano, acaba de asumir el traspaso de una tienda de alimentación en Pla y Cancela, mientras que Elena Suárez busca quien se quede su papelería en la ronda de Nelle: «Todos los que se interesan son extranjeros», dice
21 abr 2025 . Actualizado a las 15:34 h.Son muchos los negocios de la ciudad del sector comercio que cuando sus dueños llegan a la edad de jubilación no encuentran relevo generacional. Así, los propietarios esperan dar con nuevos rostros que se animen a coger las riendas de su local y den continuidad a su trabajo de años. Entre los últimos en animarse a asumir este desafío en A Coruña están Madais López Marco y su marido Alexánder Lara Chávez, de 49 y 48 años y naturales de Cuba.
«Llegamos de Cuba hace casi 7 años», explica la pareja, que cuenta con nacionalidad española y desde la pasada semana está al frente de la frutería charcutería O Conde, situada en el número 21 de la calle Pla y Cancela, cerca del mercado de Santa Lucía, en el barrio de A Falperra. «Mi marido se quedó en el paro hace poco. Trabajaba en una empresa de frutería de Betanzos, por lo que conoce toda la mercancía y sabe trabajar en este sector. Tuvo que aprender, ya que muchas de las frutas que se venden aquí, en Cuba casi no se ven, como la manzana. Allí hay otras diferentes», cuenta Madais, que en su caso tiene una amplia trayectoria en el sector del comercio. «Toda mi vida en Cuba, unos veinte años, trabajé en tienda. Aunque aquí es diferente, ya que se comercializan distintos productos y de otra forma, sí que conozco bien toda la parte de administración de un negocio de este tipo. Por eso decidimos lanzarnos y asumir el traspaso de O Conde», cuenta ilusionada la mujer.
La idea de emprender en su propio negocio llegó de la mano de su hermana, vecina de la zona. «Ella vio el cartel del traspaso del local y nos lo contó. Nos dijo que por qué no nos animábamos, que yo tenía la experiencia en la parte de administrar una tienda y mi marido en la de frutería. Juntando ambas cosas podría irnos bien y por eso nos animamos», relata Madais.
Apuestan por la tradición
La pareja llegó del país caribeño a Galicia porque tenía vínculos familiares con nuestra comunidad. Soy descendiente de español y mis tíos y mis primos ya vivía en A Coruña, por eso decidimos establecernos en esta ciudad para empezar una nueva vida», cuenta Madais. Así, junto a su marido, sus dos hijas y su nieto se trasladó en la ciudad. Desde que llegaron no han parado de trabajar. «Yo me he dedicado al cuidado de personas mayores. Sigo haciéndolo y lo compagino con la tienda. Trabajo seis horas al día con una señora y el resto del tiempo voy al negocio que acabamos de abrir», expone Madais.
La mujer es consciente de que para mantener un comercio hay mucho trabajo que hacer. «Hay que ir todos los días al mercado. Madrugamos mucho, ya que vamos a las seis de la mañana a esto y abrimos luego a las nueve. Yo me levanto para ir con mi marido a por la mercancía y, después, entró a las 11.00 horas a cuidar a la señora. Salgo a las 15.00 y regreso a las 19.00. El resto del tiempo estoy en la tienda», señala Madais, que dice que la anterior dueña les está ayudando. «Estamos muy agradecidos. Nos puso en contacto con los proveedores con los que trabajaba y nos acompañó al mercado a buscar las frutas. Queremos dar el mismo servicio que daba ella para mantener a la clientela», explica.
La propietaria se jubiló ya hace dos años. «El negocio lo cogió después otra persona, un hombre también cubano. Luego, él se fue y se lo quedó la persona que tenía de empleada, pero no acabo de funcionar porque por lo que nos dicen no tenía los mismos productos que la anterior dueña». Por eso ella y su marido quieren recuperar la esencia de O Conde. «Abrimos todos los días, de lunes a sábado de 9.00 a 15.00 y de 17.00 a 21.00 y los domingos, solo de mañana. Ese día la gente viene más a por el pan y empanadas», apunta Madais.
Esperan jubilarse en el negocio
Desde la inauguración del comercio bajo la nueva gerencia, el viernes de la semana pasada, los dueños ya han recibido a numerosos clientes. «Ojalá nos vaya bien», dice Madais, que hasta ahora también trabajaba los fines de semana en el cuidado de otra persona, «pero lamentablemente acaba de fallecer», cuenta la mujer, que añade: «Esperamos poder jubilarnos en la tienda».
Elena Suárez, responsable de la librería Adonais: «Los que se interesan por el traspaso son todos extranjeros»

«Me jubilo este año. Si alguna persona está interesada en seguir con la actividad que entre y lo negociamos. Negocio pleno en rendimiento con una clientela maravillosa y fiel». Eso es lo que dice el cartel que Elena Suárez ha colgado en su tienda, la librería Adonais, situada en la ronda de Nelle 101, cerca del cruce con la Avenida de Fisterra.
La comerciante apunta que desde que puso el anuncio diferentes personas le han preguntado, pero de momento no ha llegado a ningún acuerdo. «Los que se han interesado son todos personas extranjeras, muchos emigrantes de Venezuela. El problema es que no tienen el dinero para asumir el coste del traspaso y el banco no les da el crédito», cuenta Elena, que añade: «La gente de aquí ya no quiere trabajar en este tipo de comercios».
En su caso dice que asumió el negocio hace 13 años de rebote. «Llevaba muchos años trabajando en una empresa, pero con la crisis del 2008 me despidieron. Vi que se traspasaba la papelería porque vivo en la zona. No tenía ni idea de esto, pero pensé que si me quedaba en casa sin hacer nada no íbamos a poder irnos de vacaciones. Como el comercio está cerca de casa decidí animarme, ya que además por la parte de trato con el público sabía que no iba a tener problemas. Me lancé y lo levanté», dice Elena, que añade: «Si alguien me pregunta por una publicación que no conozco, le digo que no se preocupe y se la pido. También hago entrega a domicilios porque hay locales que quieren el periódico, pero prefieren que se lo lleve yo. O incluso clientes que quieren tener la prensa, pero son mayores o están mal y no pueden desplazarse. Les digo que no se preocupen, que yo se lo acerco», comenta la mujer.
De esa forma, a lo largo de estos años Elena ha consolidado una clientela fiel. «Cuando vienen ya sé que quiere cada uno», dice mientras despacha una revista a una mujer y un periódico a un hombre, que le responde: «Y aún así quieres dejarnos».
Porque Elena espera jubilarse a los 63 años y descansar, pero le gustaría que el local siguiese para dar servicio a sus clientes. «Ojalá lo coja alguien porque la tienda lleva abierta desde que se construyó el edificio, creo que en la década de los 80», señala