Los culos también trasnochan

Antía Díaz Leal
Antía Díaz Leal CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

Una chica que orinaba en plena calle, bien colocada para que nadie la viera por delante, sin sospechar que hay gente que madruga y que al pisar la calle prefiere ver otras cosas

16 abr 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Nalgas, posaderas, trasero, pompis, donde la espalda pierde su casto nombre. Podría utilizar cualquier sinónimo, pero el hecho sería el mismo: el pasado viernes, delante del portal, a esa hora a la que salimos de casa los que abrimos la radio, me recibió un culo. El culo de una chica que orinaba en plena calle, bien colocada para que nadie la viera por delante, sin sospechar que hay gente que madruga y que al pisar la calle prefiere ver otras cosas.

El arbolito que empieza a florecer, la furgoneta de Bonilla, el repartidor de La Voz, los reponedores del súper, el camión del gasoil del edificio de al lado, la chica que trabaja en la panadería. Todos forman parte de la escasa vida que hay tan temprano en la ciudad. Pero un culo es, definitivamente, una novedad. La dueña del trasero y su amiga, que le sujetaba el abrigo y la copa, ni se inmutaron. No hubo un ataque de risa, ni un «¡tía, apura!». Nada. Así que enfilé la calle, la misma de un conocido local del centro, que estaba como cada viernes hasta la bandera de chavalada en perfecto estado de ebriedad. Los chicos, con sus bíblicas ventajas, orinaban de pie detrás de cualquier coche.

Cada viernes a primera hora apesta a alcohol, el líquido de las copas se mezcla con los regueros de pis en las aceras, y todos gritan tanto que parece imposible que a mediodía solo haya gente que va a la compra, vuelve a casa, sale del colegio, y las aceras están limpias. Y pienso en una charla con Sara Antúnez, una experta en acoso que cuenta que cada vez que va a un cole a dar una charla dice «hola, vengo a hablar del hijo del vecino». Nunca son los nuestros. Tampoco los que se emborrachan y vomitan en la parada de taxis. Ni los que enseñan el culo.