Obesidad: una dolencia más allá del cuerpo

Alejandro García A CORUÑA

A CORUÑA

La doctora, Cristina Uzal, en su clínica de A Coruña
La doctora, Cristina Uzal, en su clínica de A Coruña ANGEL MANSO

Las heridas emocionales, como traumas o la baja autoestima, suelen estar en la mayoría de los casos

20 may 2025 . Actualizado a las 10:44 h.

«La obesidad es una enfermedad, pero no solo del cuerpo. Es, sobre todo, una enfermedad de la mente y de las emociones», afirma la doctora Cristina Uzal, especialista en Psiquiatría y directora de la Clínica Uzal, un centro que ofrece en A Coruña tratamiento integral para la obesidad, la ansiedad por comer y los trastornos de la conducta alimentaria.

Con una trayectoria dedicada a acompañar a personas que viven con sobrepeso y dificultades en su relación con la comida, la doctora Uzal precisa que la obesidad no puede entenderse solo desde el punto de vista físico o metabólico. «En la mayoría de los casos, lo que vemos como exceso de peso es el síntoma visible de heridas emocionales más profundas: dificultades en la gestión emocional, traumas no resueltos, baja autoestima o una relación dañada con el cuerpo desde etapas muy tempranas», indica.

Uno de los síntomas más frecuentes en consulta es la ansiedad por comer. Se trata de un patrón en el que la comida no se utiliza para satisfacer el hambre física, sino para calmar emociones difíciles: ansiedad, tristeza, aburrimiento o soledad. «Esto no tiene nada que ver con la fuerza de voluntad», aclara la doctora. «Es una señal de que algo emocional está pidiendo atención», añade.

En algunos casos, esta relación con la comida puede evolucionar hacia una adicción: episodios de pérdida de control, atracones, culpa y restricción. Identificar este ciclo es clave para intervenir a tiempo. Algunas señales de alerta incluyen comer sin hambre real, esconder lo que se come, sentir vergüenza o culpa tras comer, y aislarse socialmente por la relación conflictiva con la alimentación. Uzal insiste en que el llamado «efecto rebote» no es un fenómeno inexplicable. «Si alguien recupera los hábitos que ya le llevaron a ganar peso, lo lógico es que el peso vuelva. No es un castigo ni un fracaso, es una consecuencia natural de retomar patrones dañinos. Por eso no basta con hacer dieta: hay que transformar desde la raíz la relación con la comida y con uno mismo», señala.

Una mirada interna

Desde su clínica, la doctora trabaja junto a un equipo de psicólogos y nutricionistas con un enfoque integral. El tratamiento no empieza con una dieta o una báscula, sino con una mirada interna. «Nuestro primer paso es entender qué hay detrás de la conducta alimentaria: qué emociones se están gestionando con la comida, qué creencias tiene la persona sobre su cuerpo y sobre sí misma, y cómo podemos reconstruir una autoestima que sostenga el cambio a largo plazo», precisa. Ese enfoque respetuoso y sin juicios es fundamental para que el tratamiento sea realmente transformador. «No se trata solo de perder peso, sino de recuperar calidad de vida, bienestar emocional y confianza. Trabajar en uno mismo es el proyecto más importante que podemos emprender», afirma.

Para muchas personas, el momento de pedir ayuda llega cuando sienten que su relación con la comida les genera sufrimiento, malestar emocional o les interfiere en otras áreas de su vida. «No hace falta esperar a tocar fondo. Cuando una persona siente que sola no puede gestionar su relación con la comida, ese es el momento adecuado para buscar apoyo profesional», destaca.

Uzal recuerda que la obesidad no define a nadie ni es un destino inevitable: «La relación que hoy tienes con la comida no es una condena. Es un problema que, con acompañamiento, se puede transformar. Y cuando eso sucede, no solo cambia el cuerpo. Cambia la vida entera».