La tecnología de «Star Trek» que ilumina el planetario de la Casa de las Ciencias de A Coruña

A CORUÑA

El sistema fue desarrollado por una puntera empresa estadounidense y adquirido por el gobierno local por 210.000 euros
26 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Los coruñeses llevan cuatro generaciones muy cerca de las estrellas. Tienen en medio del pulmón verde de Santa Margarita una puerta que conecta con los misterios de la galaxia. El planetario de la Casa de las Ciencias ha sido durante décadas —hace más de cuatro de su aterrizaje en el parque— una fábrica incansable de niños y adultos ojipláticos.
Siempre en vanguardia y siempre explorando, como el astronauta que se lanza en cohete a la inmensidad, este rincón para la divulgación ganó aún más entidad en el 2023, con la adquisición de un nuevo sistema digital para sus sesiones.
El equipo consta de varios proyectores led y de un software de simulación en tiempo real que permite recrear de la nada los escenarios más disímiles y majestuosos. La empresa que lo desarrolló, Evans&Sutherland, tiene un ilustre pasado a sus espaldas. Sus ordenadores fueron instrumentales en la creación de los efectos especiales de las películas Star Trek II: La ira de Khan (1982) y Tron (1982).
La maquinaria desplegada en la Casa de las Ciencias, el Digistar 7, fue ideada en el 2020, y es el más moderno de los modelos facturados por la compañía para planetarios. El primero data de 1983. Huelga decir que esta sofisticada creadora de mundos virtuales no es precisamente barata. En total, el Ayuntamiento desembolsó unos 214.000 euros en su compra e instalación. Una conexión permanece, no obstante, con los inicios del rincón más estrellado o estelar de A Coruña. Paralelamente a la parafernalia futurista, sigue en activo el veterano proyector analógico de estrellas Zeiss. Según apuntan desde el propio planetario, ningún sistema digital ha conseguido, a día de hoy, igualar el realismo del viejo mecanismo en la representación del manto de las constelaciones.
Encontrarse con Nimoy
Marcos Pérez Maldonado ha vivido este transformación en primerísima fila, casi se podría decir que en las propias carnes. Es el director de los Museos Científicos, entre los que está la ilustre Casa de las Ciencias y su flamante galaxia ficticia. «Más que una máquina, es un sistema. Tiene dos proyectores de vídeo, tres ordenadores y una gran cantidad de cableado. También está el software de control y simulación. Esta es la parte que es propia de la empresa. Los proyectores, además, son los que utilizan los pilotos para los ejercicios de simulación aeronáutica. Hasta ahora, la verdad, han funcionado impecablemente».
Por lo tanto, queda patente que el esfuerzo logístico y económico mereció la pena. Que catapultó la sala estelar de la ciudad a la primera fila nacional. Muy pocos lugares tienen un despliegue técnico que pueda compararse.
El proceso de elección fue el estándar para cualquier desembolso de dinero público. Se sacó a concurso y acudieron varios candidatos. La de Evans&Sutherland era, recuerda Pérez, «la mejor oferta en términos técnicos y económicos». En realidad, no había tantos proveedores que se ajustaran a las características concretas de la Casa de las Ciencias. «Para instalaciones medianas y grandes como la nuestra hay cuatro fabricantes en el mundo. Dos están en Europa y dos Estados Unidos. La que ganó, aunque es norteamericana, tiene también una sede aquí».
Ya en el 2009 se había traído un nuevo dispositivo que suscitó ilusión y expectativas. Cumplió su ciclo con honores, y tomó su lugar una nueva generación de invenciones tecnológicas. «El anterior equipo ya tenía unos proyectores digitales, pero de resolución más modesta».
Otro frente de avance fundamental es el del contraste. Los matices de los colores más oscuros y los más claros, que son los que contribuyen a crear esa atmósfera envolvente tan característica de los planetarios. «Para las aplicaciones del planetario, el contraste es muy importante. Esto es, que el negro parezca negro y que el brillante sea brillante. Este sistema es capaz de mostrar detalles más finos. Se percibe todo con más calidad y da mayor sensación de profundidad en las partes oscuras».
Son afortunados los coruñeses de tener cerca de sus casas un lugar así. No es que se vaya a encontrar uno a Leonard Nimoy en el vestíbulo ni a la USS Enterprise aparcada en la puerta. Pero casi.