
Como pasar de celebrar el cumpleaños en Bonilla a hacerlo en el cine y luego, quién sabe, en un pub a puerta cerrada. Ese cambio de arenal simboliza un tránsito
20 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Este miércoles estuvo Xoel López en el encuentro VOZes de este periódico y volvió a tocarla. Tierra, su mejor canción y uno de los grandes temas del pop en castellano de lo que llevamos de siglo, sonó en el Museo Santiago Rey Fernández-Latorre desplegando toda su belleza con ese verso que dice: «Yo soñaba cada día poder alcanzar la playa». Habla del arenal del Orzán, un lugar que, por si hubiera dudas, aparece al inicio del videoclip del tema.
Antes de la actuación, curiosamente estuve hablando con él sobre su playa fetiche. No sabía si decantarse por la de Riazor, más vinculada a la infancia, o por la del Orzán, asociada a la juventud. Y sin pretenderlo, expresaba uno de esos ritos de paso locales que miles de coruñeses han experimentado. Porque sí, para muchos de nosotros Riazor es la playa de ir entre semana con los padres. De trueiro, cangrejeras, flotador, olor a crema Nivea de lata azul y sonido de campanilla del vendedor de barquillos. Mientras que el Orzán emerge en el recuerdo como la playa de los colegas. Con bermudas de palmeras, grandes olas, miradas furtivas a la persona deseada y, sobre todo, momentos de probar el excitante sabor de la incipiente independencia con la camiseta puesta, cuando la tarde ya mira a la noche.
Como pasar de celebrar el cumpleaños en Bonilla a hacerlo en el cine y luego, quién sabe, en un pub a puerta cerrada. Ese cambio de arenal simboliza un tránsito. Si se filmara a la coruñesa una de esas pelis que los británicos denominan coming of age, tendría que salir. Como el niño que se va convirtiendo en joven mientras camina hacia la Coraza y ya sale con barba y acné una vez que la rebasa. Playas que marcan lo suficiente como para que, cuando hay talento, aparezcan muchos años después joyas como Tierra.