David Civera, cantante: «Me gusta cerrar festivales, y más uno como el Atlantic Pride, que es una oda a la libertad»

Alejandro García Chouciño
a. g. chouciño A CORUÑA

A CORUÑA

cedida

Pondrá el broche final este domingo en los jardines de Méndez Núñez a la sexta edición del festival del Orgullo do Norte

07 jul 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

David Civera será el encargado de cerrar este domingo, a las 22.30 horas en los jardines de Méndez Núñez, el Atlantic Pride 2025, que este año celebra su sexta edición. Actualmente, el cantante turolense recorre todo el país de gira mostrando su energía con los grandes éxitos de su carrera y también sus nuevos temas. No faltarán sus incombustibles, como Dile que la quiero o Que la detengan.

—¿Qué supone para usted actuar en el Atlantic Pride? Va a ser el broche final.

—¡Eso no lo sabía! Pero me encanta. Últimamente me pasa mucho. En Valencia también me tocó cerrar un festival. No sé si es máxima responsabilidad o qué, pero me gusta. Y más aún si es en un evento como este, que, por lo que me han contado, es una auténtica oda a la libertad. Eso sintoniza mucho con una canción que cantaré sí o sí, Mundo diverso. Creo que vamos a conectar emocionalmente con ese mensaje.

—¿Hay otras composiciones que hayan cobrado un nuevo significado, especialmente en eventos reivindicativos como este?

—Justamente Mundo diverso es la que más se alinea con ese espíritu. Habla de valores, de libertad, de respetar la condición de cada persona. Es una canción muy adecuada para un festival como este. De hecho, fue un tema que compuse en su día pensando en una posible vuelta a Eurovisión.

—¿Se plantea volver a Eurovisión?

—Nunca me he cerrado esa puerta. Fui muy valiente con 21 años. Salí de Teruel y me planté en Copenhague para representar a España. Ese susto ya me lo llevé. Ahora, con más experiencia, con muchos escenarios a mis espaldas y el cariño del público, volvería solo si pudiera formar parte del mensaje, de la canción y de la puesta en escena. Hoy en día me involucro mucho en la parte artística. Si pudiera mostrar lo que soy y lo que siento, volvería con una fuerza brutal, como hice con Dile que la quiero. Lo que no me gustaría es que me impusieran algo que no siento.

—Y dentro de poco va a celebrar 30 años sobre los escenarios.

—¡Uf, madre mía! No lo había pensado así. ¡Socorro! [ríe]. Pero sí, si cuentas desde Lluvia de estrellas, que fue en 1997, en dos años se cumplen 30 años dedicándome a la música. Empecé muy joven, con 17 años, y la verdad, lo he vivido todo con mucha intensidad.

—¿Cómo ve su evolución como artista durante estas décadas?

—Siempre he dicho que aprendí a cantar cantando. Los primeros años, como es normal, había muchas imposiciones por parte de la industria. Era la moda latina, estaban Dile que la quiero, Que la detengan, entre otras. Pero poco a poco fui encontrando mi lugar. El personaje del showman, con Bye bye o Perdóname, me iba muy bien. Me reinventé muchas veces, pero siempre prioricé al público por encima de la industria. Y eso creo que ha sido la clave para seguir aquí. Luego, cuando puedo ser yo mismo y escribir ciertas canciones y el público conecta conmigo, eso es muy grande. Me lo he ido ganando poco a poco y mis seguidores han crecido conmigo. Me siento orgulloso del resultado y que hayan entendido mis propuestas.

—¿Hay algo de lo que se arrepienta en su carrera?

—Casi me ocurre con El orgullo y la visa. Reconozco que es muy divertida y funcionó, pero no conectaba del todo con mi parte más emocional. Por eso después hice un giro con el disco No bastará, más pop, más italiano, más profundo. Me la jugué, pero el tiempo me ha dado la razón. Hoy defiendo los temas con una banda de pop rock que da un sonido nuevo y sin perder la esencia.

—Galicia siempre ha sido muy fiel con usted. ¿Qué recuerdos guarda de sus visitas por aquí?

—¡Muchos! Galicia es una tierra que me ama y que yo amo. Siempre me he sentido muy respetado y querido desde el minuto uno. He hecho toda la televisión gallega: Supermartes, Luar, Bamboleo... Recuerdo especialmente un concierto en la plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela, que fue increíble. También he ido a fiestas de pueblo, como la del pollo [ríe]. Galicia me ha dado alas y yo siempre estaré agradecido.

«Teruel es mi refugio, donde puedo ser simplemente David»

Confiesa que con el tiempo se dio cuenta de que necesitaba independencia para ser libre en la industria y marcar sus pasos.

—También traerá su nueva propuesta para este verano.

—Hace años hice un 15.º aniversario con nuevas versiones de mis éxitos y desde entonces he ido sumando sencillos como Empatía, El niño que fui, Entre amigos... Y ahora Dale pa’lante, que es muy yo. Tiene esa esencia de mis primeros años, pero con un sonido actual. Me ha rejuvenecido y me lo paso genial en el escenario. En el concierto habrá mucho baile y mucha emoción.

—¿Cómo combina su carrera con su vida personal en Teruel?

—Nunca dejé Teruel. Sí que viví en Madrid y Barcelona al principio, pero volví a mis raíces en cuanto pude. Es mi refugio, donde puedo ser simplemente David. Cuando nació mi hijo lo tuve claro: quería que él y su hermana crecieran en un entorno tranquilo, cerca de sus abuelos, sus primos... Es como llevar dos vidas, la del artista y la del padre, pero nunca las he separado. Soy el mismo dentro y fuera del escenario.

—Hay un auge de festivales, también de los que recuperan la música de los 2000. ¿Cómo lo vive?

—¡Me encanta! Nos juntamos muchos de aquella época: Chenoa, Soraya, King África, Rosa... Es una quinta que íbamos todos de la mano. Los festivales están muy bien porque engloban a muchos artistas en un único escenario grande y así la gente ve mucha diversidad. Es cierto que un concierto completo es otra cosa, pero en festivales se concentra lo mejor en poco tiempo. Yo siempre voy a tope: seis u ocho canciones, todas megahits, con sonido renovado, y pum, a disfrutar.