A Franxa, el local de rock and roll que hizo de las pipas su seña de identidad

Carlos Portolés
Carlos Portolés A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Este local mítico de la calle de la Franja lleva operando más de 23 años y mantiene intacto su encanto original

18 ago 2025 . Actualizado a las 17:02 h.

En pleno centro de A Coruña hay un bar donde viven y beben juntos los Rolling Stones, Iron Maiden y Paco de Lucía. En amor y compañía. Se mezclan en el hilo musical delicatessen de A Franxa. Un garito ronckanrol de los de antes. En todo. Hasta en el aperitivo. «Aquí, el que viene ya sabe que este local es rock y pipas», dice Frisco, el dueño.

Es un hostelero algo atípico. Se mimetiza a la perfección con el ambiente recogido de su establecimiento. Respira acordes. Es algo que se intuye a simple vista. «Desde pequeño, siempre fui un flipado de la música». Es Ourensano de nacimiento, pero desde hace más de tres décadas vive «muy bien acogido» en A Coruña.

Todo este tiempo ha compaginado sus pulsiones melómanas con la atención de la barra. Aunque ahora, explica, solo toca y compone para divertirse. Después publica sus creaciones en internet. Gratuitas. «Para que la peña disfrute».

Las paredes coloradas están minadas por los grandes rostros de la historia de los escenarios. Pero no completamente. Varios retratos de familia acaparan uno de los muros del fondo. «Es una tradición que tenemos. Los años impares convoco frente a la entrada a los clientes habituales que quieran y puedan venir y nos hacemos una fotografía todos juntos».

«Guapamente»

Dentro de exactamente dos años, A Franxa cumplirá un cuarto de siglo. Aún recuerda Frisco como si hubiera sido ayer el día en el que él y su socio decidieron montar un pub. Lo erigieron sobre los cimientos de una antigua churrería a la que respetaron el nombre original. Bueno, o casi. «Se llamaba La Franja.Nosotros lo único que hicimos fue galleguizarlo».

Una paradoja hace de este recuncho una genial rareza. Está en una de las calles más transitadas del centro. A un tiro de piedra de María Pita y de las terrazas con anuncios de pulpo y mariscos. Todos los ingredientes parecen alineados para imprimirle al ambiente de esta cervecería la turbulencia y el ajetreo constante. Y sin embargo, se respira en ella una paz recogida, poco frecuente.

«Los clientes ruidosos o con prisas aquí no suelen venir. Este es un lugar para sentarse tranquilamente a tomarte tu caña y a charlar con el hilo musical bajito de acompañamiento», explica Frisco. Entre los muchos rasgos definitorios de este espíritu guitarrero, uno se repite con simpática frecuencia. «Guapamente», dice cuando algo le agrada. Hay que entrar con muy mal pie para no sentirse a gusto en su guarida.