Nenia para Antonio

Nani García

A CORUÑA

Antonio Rodríguez Ferreiro, copropietario del Jazz Filloa.
Antonio Rodríguez Ferreiro, copropietario del Jazz Filloa. GEMMA SANZ

Se nos fue El Pirata, El Monstruo del Jazz Filloa. Pero a los amigos nunca les escatimó una sonrisa

06 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Las generaciones más que desaparecer se desgranan en caída libre a través del óbito de sus miembros. O esa es la sensación que uno tiene de la suya propia. El pasado viernes fueron las exequias de uno de esos ínclitos pero ignotos miembros para el común de los coruñeses. Antonio Ferreiro, alias El Pirata, alias El Monstruo, ambos apelativos cariñosos que delineaban su controvertido y circunspecto carácter. Pero a los amigos nunca les escatimó una sonrisa y eso, hoy en día, vale oro.

Aunque pueda parecer sorprendente, esta ciudad tiene su pequeña epopeya del jazz. Su auge y su eventual caída. Sus orígenes hay que datarlos hace más de 45 años cuando un selecto grupo de jóvenes estudiantes y aficionados al jazz, como propuesta contracultural, se les dio por abrir y regentar un club: el Jazz Filloa.

Antonio fue uno de los cuatro fundadores, por aquel tiempo, y hasta hace tres días, aunque ya retirado, dueño del local junto con su socio Alberto. Ellos dos eran, a día de hoy, los únicos supervivientes de aquella atrevida y visionaria iniciativa que arrancó en 1980 y que actualmente sigue en pie. Antonio, además, tocaba el saxo. Yo diría más bien que se dedicaba a él en cuerpo y alma, de tal modo, que fue capaz de desarrollar un estilo personal y peculiar con composiciones brillantes que nos hizo llegar a través de su proyecto estrella, Filloa Express. Y, sobre todo, estoy seguro de que su amor por el jazz y sus contornos fue la mecha que mantuvo vivo a ese club de jazz durante más de cuatro décadas hasta convertirse en el más antiguo del estado en activo.

Podríamos encontrar cierta similitud con la torre de Hércules. Hubo un tiempo en que hablar del Filloa en España a cualquier aficionado o músico de jazz era motivo de atención concentrada y paciente. Alguien dirá pero clubs, pubs, bares, etc. hay muchos. Y salas que ofrezcan música en directo, ahora, es muy común. Ya, ahora sí, pero antes no. Y que hayan dedicado tantos años a un determinado tipo de música en directo y programando con criterio y gusto, no lo son tantos. Y que, además, hayan surcado todo tipo de crisis sociales y coyunturas económicas, todavía menos. En fin, Antonio se dedicó en cuerpo y alma a una música que él amaba discretamente y a través de la cual trató de abrirse camino, lo que es más importante y por eso le estoy muy agradecido.