La trata sexual en el 2025, de los barrotes de un club a las pantallas: «En Galicia todavía quedan muchos clubes de carretera»
A CORUÑA
La abogada Cristina García Gallego defiende la educación afectivo sexual como herramienta en la prevención: «No hay que tener miedo a hablar de la sexualidad con nuestros hijos»
17 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Una de las series con más premios de este año es también la que dejó más helados a los espectadores. En Adolescencia, unos padres se enfrentan a la acusación de asesinato de su hijo. La víctima, una compañera del instituto. El mundo que los adolescentes viven puertas adentro en sus dormitorios, solos ante la pantalla, es en muchas ocasiones un misterio. Por eso, la abogada Cristina García Gallego recomienda romper el tabú y hablar sobre sexualidad con los hijos. Como coordinadora de un proyecto de atención a mujeres víctimas de explotación sexual de Cáritas en Lugo, participó este jueves en las jornadas de la Rede Galega contra a Trata Sexual, en la Facultade de Ciencias da Educación de la Universidade da Coruña (UDC) en el campus de Elviña ( A Coruña).
—Para que la trata deje de tener demanda, debemos analizar quién la consume. Y esto, ¿ya comienza en la adolescencia?
—Si no hay personas dispuestas a consumir, no va a haber personas dispuestas a explotar a mujeres como una mercancía. Nuestros jóvenes están acostumbrados al consumo de pornografía. Hoy, con un móvil, cualquier chaval, incluso con edades muy tempranas, de 12 años, puede acceder a páginas de pornografía o prostitución. El primer contacto que tienen con su sexualidad, con descubrir esa sexualidad, muchas veces es un contacto con plataformas que no muestran una sexualidad libre y real, sino una escenografía que, detrás, tiene situaciones muy duras.
—¿A qué edad están empezando los chicos a tener relaciones mercantilizadas en Galicia?
—En Galicia no tenemos ningún estudio concreto, pero sí lo hay en comunidades como Baleares. Los menores, con 11 y 12 años, ya pueden tener contacto con pornografía y prostitución. La mayoría de padres y madres se cierran ante la idea de que eso pueda estar pasando con sus hijos, pero sí, está pasando.
—Por eso imparten charlas y sesiones en los institutos.
—Uno de nuestros objetivos es la prevención. Hay que llevar estos temas a las aulas y trabajarlos en nuestras familias, poner el debate sobre la mesa, no tener miedo a hablar de la sexualidad, de la libertad sexual, de cómo funciona la libertad en las mujeres y de relaciones desiguales. Está todo directamente vinculado. Tenemos que estar pendientes todos de cómo vivimos y de cómo creamos los vínculos y de cómo nuestros hijos crecen como adolescentes y cómo contactan con la sexualidad. Es un tema muy tabú todavía hoy entre padres e hijos. Hay que hablarlo, como con cualquier otra experiencia de vida.
—La explotación sexual y la prostitución, prácticamente, han desaparecido de la vía pública, pero no de la realidad.
—En Galicia todavía tenemos muchos clubes de carretera. Nosotras recorremos la comunidad para ponernos en contacto con las mujeres que están ahí. A veces, en los clubes nos cierran la puerta, otras veces no, como tratando de transmitir normalidad con lo que pasa ahí dentro. Antes, fácilmente, se identificaban situaciones de explotación porque veías un local con unos barrotes y una cámara de seguridad, y ahora no los ves. Pero eso no quiere decir que la mujer que está en un piso de contactos, o en una plataforma digital, lo que llamamos la prostitución 2.0, no esté igual de explotada, sometida y violentada. Acceder a ellas es mucho más difícil para nosotras, lo que es mucho mejor para las redes y mafias que trafican con ellas.
—¿Ha cambiado el perfil de las víctimas de trata?
—La trata implica el comercio de una persona con un fin y un objetivo, en su mayor parte, sexual. Las mujeres y niñas, porque también nos encontramos con menores, que proceden de contextos y países más vulnerables son las más susceptibles. Pero, a veces, esa vulnerabilidad aparece disfrazada y no la aprecias si solo la manejas desde estos indicadores.