Mil gritos contra el machismo institucional en A Coruña

La Voz A CORUÑA / LA VOZ

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La manifestación del 25N dio visibilidad este año a otras formas de opresión, menos brutales que los crímenes pero más toleradas: judicial, económica, obstétrica o de los cuidados

25 nov 2025 . Actualizado a las 22:20 h.

El feminismo coruñés volvió a salir a las calles amenizado por los cantos de mil mujeres y hombres, según el Ayuntamiento, comprometidos con el fin de la violencia machista. Fue la segunda jornada anual por la igualdad —la primera se celebra cada 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer—, que desde 1999 recuerda a las hermanas dominicanas Minerva, Teresa y Patria Mirabal, violadas, asesinadas y arrojadas a un barranco por el régimen del dictador Rafael Trujillo cuando regresaban de ver a sus maridos en la cárcel el 25 de noviembre de 1960.

Sus nombres resonaron en la plaza de Ourense durante la lectura del manifiesto que cerró la movilización convocada por la Marcha Mundial das Mulleres. Salió del Obelisco bajo el lema «Combater a violencia institucional para acabar coa violencia machista», porque los crímenes son «a expresión máis brutal», pero existen muchas otras formas de opresión. Y una de ellas, visibilizada este 25N, sale a luz «cando as Administracións non cumpren coas súas funcións, negan información, impiden o acceso aos dereitos ou actúan con abuso de poder». O cuando la justicia, lejos de ser un espacio seguro, «continúa a revitimizar ás mulleres e ás crianzas». Por ello, pidieron el fin de la custodia compartida con maltratadores, la eliminación de «pseudoterapias como el síndrome de alienación parental» o la retirada de visitas y patria potestad a varones con sentencia firme. «Denuncia activada, muller asasinada», gritaron delante del Palacio de Justicia. 

Partos, salarios y cuidados

También violencia obstétrica, «infantilización, humillación e negación do consentimiento» en partos y procesos sexuales y reproductivos. Económica, con salarios más bajos, contratos más precarios y jornadas interminables. En los cuidados, «que sosteñen o mundo pero que só recaen sobre nós, unha responsabilidade que debe ser colectiva e pública». O en la falta de un hogar, «un dereito vulnerado, o da vivenda, que condena ás mulleres máis precarizadas» a situaciones de vulnerabilidad extrema.

«Queda moitísimo por facer —alertó una profesora—. Nas xeracións que veñen atrás hai moitísimo machismo. Xente que non ten nin idea do que se pode chegar a sufrir, rapazas que ven normal que os mozos as controlen ou lles controlen os móbiles, porque pensan que é porque as queren. Que equivocadas están».