Nolubor, una segunda vida para la madera que trae el mar

Patricia García Lema
Patricia García A CORUNA

A LA ÚLTIMA

Lucía Ramos y Borislav Petrov restauran viejos muebles y recuperan restos que llegan a la costa gallega y los convierten en perchas, marcos de espejos y otros objetos para casa

14 nov 2020 . Actualizado a las 09:39 h.

«Entro a las diez en el taller y puedo estar allí hasta las cinco de la tarde sin parar. Me encanta crear». Lucía Ramos es una amante del arte y de la recuperación de objetos. Con su pareja Borislav Petrov, restaurador de muebles, decidieron hace unos meses juntar sus dos pasiones: la pintura y la restauración de muebles. Y así nació Nolubor, una mezcla de su amor por la naturaleza, por la decoración eco y por la historia que hay detrás de cada tablón de madera. Su objetivo: no desperdiciar nada. Además de restaurar muebles antiguos que la gente ya no quiere, también recuperan la madera que trae el mar y los convierten en nuevas piezas de decoración.

«Mira qué madera, mira cómo tiene la marca de los moluscos. A saber de dónde viene y cuál es su historia». Lucía enseña una lámpara que crearon con un trozo de madera que encontraron en la playa. El tronco está lleno de surcos. «Me apasiona recuperar la madera, traerla al taller y pensar qué vamos a hacer con ella». Ambos tienen su lugar de trabajo en la parte de atrás de su casa. Empezaron con su pequeño proyecto como un hobby, como una forma de aprovechar este momento para hacer lo que les gustaba. «Empezamos a compartirlo en Instagram (@nolubor) y la gente me empezó a preguntar, sobre todo por los espejos. Ahora tengo que hacer tres retratos, uno para una chica de Albacete». Lucía pinta desde pequeña. Borislov estudió restauración de muebles y decoración de interiores en Bulgaria, donde nació. Llegó a A Coruña hace 18 años. «Era muy fan del Deportivo. Acababa de hacer la mili y decidí ir con un amigo a Madrid a ver el partido del centenariazo. Vinimos en el Interrail desde Sofía. En Madrid conocimos a otros aficionados de A Coruña, nos hicimos amigos y, como todavía tenía una semana libre, me vine para aquí. Y me quedé», recuerda Boris. «Ahora conoce más gente que yo, que soy de aquí», se ríe Lucía. 

Los dos son capaces de ver mil posibilidades donde otros solo ven un mueble viejo. «No te puedes imaginar la de cosas que encuentras por ahí. La gente tira muebles que ni están apolillados. Nosotros los traemos y empezamos a hacer». La cabeza de Lucía no para. Ella lanza las ideas y Borislov le ayuda a llevarlas a cabo con sus manos. Entre sus piezas hay unos espejos enmarcados en madera que encontraron en la costa gallega, bandejas para el café o percheros. También otros muebles antiguos a los que les dan un nuevo uso: Lucía enseña dos mesitas que hicieron con un cabecero antiguo de una casa. En el jardín de su casa en Oleiros tienen también una cabañita de madera que hicieron para su pequeño Noé. «Él fue el que hizo que nos lanzásemos a hacer lo que siempre habíamos querido».