Amodo, el obrador artesano de A Coruña que te transporta a Copenhague

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MARCOS MÍGUEZ

Van despacio, pero seguros. Sus bollos desprenden aroma a infancia. Borja Mosquera y María Plaza van dando dando pasos desde su obrador de la calle Friol, en Monte Alto, a todos los rincones de la ciudad

26 jul 2025 . Actualizado a las 12:20 h.

Borja Mosquera y María Plaza hacen que la calle Friol, en el barrio de Monte Alto, huela rico todas las mañanas. «Hay quien nos dice que huele a infancia», cuenta Borja. Se refiere a ese olor a obrador de los de toda la vida. En los que se madruga para amasar a diario una bollería fina, crujiente y con mucho sabor. En el caso del proyecto de Borja y María, su bollería se hace despacio y de forma artesana. Amodo es el nombre de su obrador en el número 11 de la calle Friol en el que ofrecen cruasanes con un toque muy francés y un bollo de cardamomo muy particular, entre otros productos como el pain au chocolat (hechos con chocolate de Puchero), caracolas o pan suizo.

MARCOS MÍGUEZ

Su espacio, que está arrancando, nace despacio: ahora funciona solo como un punto de recogida de los encargos que se pueden hacer de sus bollos a través de su perfil de Instagram, @amodo.bakery. En los próximos meses su idea es servir también café y que el lugar sirva como un punto de encuentro en el que crear comunidad, y en el que organizar distintas actividades, entre ellas, un club de lectura. El bajo en el que trabajan, una especie de garaje con un gran portalón, recuerda mucho al minimalismo de los cafés y obradores de Copenhague: en Amodo hay una gran mesa central de madera, en la que se prueban las creaciones de Borja, y también un sofá y alguna revista de café. Al fondo esperan las máquinas y todo lo que necesita este artesano de la bollería para hacer funcionar sus recetas.

Fue en la pandemia cuando Borja empezó a hacer cruasanes. Eso le abrió un camino que hasta ese momento no se había planteado. Después de un curso, dos años de trabajo y unos meses en los que estuvo pensando qué podía hacer, un día pasó por delante de El Spot, el kiosco con revistas de Monte Alto, y le propuso a David, su dueño, si quería probar sus cruasanes. «Me dijo "dame media hora que lo probamos mi mujer y yo y te decimos". Y nada, me llamó y ya me dijo: "Necesito venderlo ya". Y fue así como empezó». Borja recuerda cómo El Spot (que pronto se transformará en nuevo local en la rampa del Matadero) y Conuco, en la calle Orzán, fueron los primeros lugares en los que les abrieron las puertas a su bollería. Quieren ir creciendo poco a poco y que Amodo siga respirando ese espacio de obrador, de olor a infancia.