Abdelkader Archi, migrante marroquí: «Yo no cambio Arteixo por nada»

Toni Silva ARTEIXO / LA VOZ

ARTEIXO

CESAR QUIAN

Llegó a Galicia en 1998 tras una travesía en patera a Algeciras. Trabajó en un matadero por el rito halal: «Sacrificaba reses mirando hacia La Meca»

01 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

En 1998 Abdelkader Archi (51 años) cambió el destino de su vida. Se subió a una patera en Tánger, embarcación con la que consiguió llegar hasta Algeciras bien entrada la noche: «Había peligro y miedo, pero al final todo salió bien». Recuerda que no hubo carreras ni huidas. Incluso él y su grupo se acomodaron en un hotel gaditano varias noches antes de acudir cada uno a su meta marcada. La de Archi estaba en Arteixo, donde ya contaba con algunos familiares que le habían precedido en la aventura.

Entonces tenía 23 años y un hijo pequeño que quedaba al otro lado del Estrecho. Necesitó un lustro para traerlo consigo junto a su madre y seguir ampliando la familia. «Hoy el mayor tiene 30, la chica 23 y el más pequeño 16», relata este vecino de Arteixo que ha desarrollado múltiples trabajos. Uno de los últimos fue en un matadero de A Coruña donde él se dedicaba a sacrificar animales por el rito halal que marcan las leyes islámicas para clientes musulmanes. «En mi caso no disparaba a las terneras, sino que las degollaba con un cuchillo poniendo al animal mirando hacia La Meca», explica Archi.

Su apellido da nombre desde hace meses a una carnicería halal en el centro de Arteixo regentada por su familia. Pero en el local hay infinidad de productos marroquíes ajenos a la carne. Desde especias, elementos de barro para cocinar, infusiones muy variadas, ropa musulmana, dulces, material de cocina, alimentos, bebidas de sabores con origen marroquí, vasos, teteras... Un pequeño supermercado al que, asegura, también acuden vecinos autóctonos ajenos a la cultura árabe. «Les gustan muchos de nuestros productos», espeta. Buena parte de los proveedores son españoles, marcas especializadas en productos musulmanes.

Pero su principal clientela la conforman buena parte de los 300 miembros de la comunidad musulmana que ha crecido en Arteixo en un perfecto ánimo de integración. En este mostrador se cruzan conversaciones en árabe, mensajes de convivencia y de nostalgia del país de origen. De hecho, el local lo preside una imagen de la mezquita del Kasbatadla, el pueblo de esta familia. Las raíces no están reñidas con la felicidad que sienten al vivir en Galicia tras una emigración obligada. «Yo no cambio Arteixo por nada, la gente es muy buena y siempre he vivido una gran integración», explica. «Este pueblo es como mi casa, lo que le ocurre a Arteixo me afecta a mí». Durante los últimos 11 años, del 2013 al 2024, este hombre fue el presidente de la comunidad musulmana.

—¿Hay algún producto estrella en esta tienda?

—No, aquí hay que tener de todo y poco a poco se va vendiendo. Tenemos que tener paciencia porque no estamos en una zona de mucha visibilidad.

De hecho, la tienda está en la parte baja de la calle Emilia Pardo Bazán, junto a un cruce de escaleras y rampas, detrás de la travesía de Arteixo, llena de comercios grandes y pequeños.

En la despedida, coge una olla de cerámica de dos partes y explica el proceso. «Se llama tajin y se utiliza para preparar la carne el calor que transmite el barro poniendo antes las especias que se deseen», señala Archi. «Este tipo de cosas no lo suelen comprar los oriundos de Arteixo», dice riendo.