Y Betanzos volvió a venerar su globo

Noemí López / A. A. BETANZOS / LA VOZ

BETANZOS

El aerostato de papel, que voló hacia Coirós sobre miles de personas, renovó una tradición que se remonta a 1814 y desde muy pronto se erigió en símbolo de las fiestas de San Roque

17 ago 2024 . Actualizado a las 08:28 h.

Los regresos siempre emocionan, sobre todo si es el del globo de San Roque de Betanzos ascendiendo al cielo. Por eso, este año el clásico lanzamiento del artilugio de papel, el más grande del mundo, reunió a miles de personas que pudieron volver a disfrutar de esta tradición. No es para menos, pues el año pasado el acto se suspendió por disparidad de criterios entre el equipo técnico que confecciona el aerostato y el gobierno municipal.

Con ese precedente, tampoco ayer se libraron los betanceiros del temor a una nueva suspensión. Una lluvia menuda pero pertinaz hizo acto de aparición, recordando a todos el globo malogrado de hace dos años, que hubo de aplazarse por el agua. Al final todo quedó en un susto y el gigante de papel voló en dirección a Coirós.

El día contó con todos los rituales para honrar al patrón. El primero fue la Función do Voto a San Roque, una ofrenda celebrada en la iglesia de Santo Domingo que cuenta con seis siglos de historia. Finalizada la ceremonia, el templo cerró sus puertas para, a los pies del patrón y con máximo cuidado, realizar una última inspección al aerostato. La orquesta Zona Zero se encargó de amenizar la verbena desde las 22.30 horas, mientras las familias completaban el aforo de la plaza del campo. 

El globo regresó al cielo a las 00.40 horas, con cierto retraso, en su primer año bajo el auspicio de la Fundación Globo de Betanzos, reconocida como de interés cultural. Más allá de la recuperación del gran símbolo de las fiestas, su suelta también supuso la despedida de la primera línea de Francisco Pita Buyo, bisnieto de Claudino Pita, que llevaba desde 1975 siendo uno de los protagonistas al ocuparse del aerostato y pasa el testigo a un familiar, un tataranieto del fundador, que llevaba ya tres lustros colaborando. A él le pasó «la escoba», símbolo de mover el fuego.