






















La mecánica de la suelta funcionó a la perfección en un año especial
17 ago 2025 . Actualizado a las 11:54 h.Ayer no fue un día cualquiera para los brigantinos: el globo de Betanzos cumplía 150 años. Un San Roque distinto para todos en el que, por suerte, todo fue como siempre. A las 00.30 horas, el globo se despojó de sus ataduras y dijo adiós desde las alturas a las miles de personas que lo observaron partir desde el campanario de Santo Domingo en la plaza Irmáns García Naveira una vez más.
En un día tan señalado, la alcaldesa de Betanzos, María Barral, hizo una petición al santo en la Función del Voto, horas antes de lanzar la gigantesca ofrenda hacia el cielo. «Dámosche grazas pola túa constante protección, pola forza que nos dás nos momentos difíciles», imploró además de recordarle al santo y patrón de la localidad que intercediera por todas aquellas personas damnificadas por la guerra y por la situación actual de Galicia debido a los incendios.
«Hoy va a ser una noche espectacular. No todos los días se cumplen 150 años. En este tiempo he visto de todo. Me acuerdo de cuando se quedó el globo enganchado en la antena... Ojalá esta tradición siga 150 años más», confesó el experimentado brigantino Daniel Suárez en su pregón personal dos horas y media antes del acto. No pareció importarle qué dirección seguiría el globo en su aniversario. «Hay que dejarlo ir y ya», habló, solemne, desde la experiencia.
Una plaza llena
Antes del momento esperado, miles de personas transitaban, entre música de verbena por la plaza mientras observaban el campanario que dentro de poco iba a estar ocupado por una gigantesca bola de 25 metros de altura y 16 metros de diámetro. La más grande del mundo en la categoría, si la hay, de globos no dirigidos confeccionados a mano.
Hecha con diferentes pancartas en las que se destacaban escenas de la actualidad, la esfera de papel se fue inflando mediante «pachuzos» y «chorizos» que provocaban que los mensajes escritos en los cuarterones se fueran haciendo cada vez más legibles mientras el globo aumentaba su tamaño.
José Crespo, vestido con una camiseta azul en la que se leía la palabra «colaborador», fue uno de los encargados de inflar el globo. A la pregunta de cuánto tiempo lleva participando, hizo un gesto que responde por si solo. Lleva toda la vida. Fue un día especial para él y para todos los que colaboran en darle forma al gigante de papel. «150 años no se cumplen todos los días», aseguró. Era un día importante y quería asegurarse de que todo fuera bien. «Por el momento tenemos que mantener la distancia de seguridad correcta», constató desde las escaleras cercanas al campanario. Como si lo hubieran oído, en ese mismo momento, los miembros de Protección Civil empezaron a movilizar al público para crear un espacio entre el globo y los asistentes media hora antes de la suelta. «Mientras el globo se va hinchando, va aumentando y la distancia se va haciendo más corta. Hay que tener cuidado», dijo observando a una plaza en la que ya no cabía un alfiler.
A las 23.47 horas, los preparativos comenzaron y se izó el globo el globo hacia la campana. En aquel momento, los «pachuzos» y «chorizos» empezaron a adherirse gracias a la coordinación de los participantes, miembros del Concello local y seguridad. Poco a poco, el globo fue haciéndose enorme, creciendo con la expectación de miles de personas en la plaza.
Lolo Andrade, de Protección Civil de Cambre observaba, con gesto pétreo, cómo se iba haciendo el globo cada vez más grande y naranja. «Estamos aquí por si se quema el papel que lo recubre. Esto de aquí es un extintor muy potente de nitrógeno y lo usaré si hay algún problema», dijo con gesto tranquilo mientras el resto completaba su función. Algunos se dedicaban a acercar los cubos y otros a llevar la materia inflamable a las entrañas del gigantesco globo. Como una coreografía. A las 00.20 horas el globo se hinchó, no sin antes dar un susto inclinándose hacia la izquierda, y dejó a plena vista el número 150 entre los dibujos de los hechos destacados del año dibujados en él. Caricaturas de líderes, santos y cifras se hicieron visibles mientras los trabajadores le daban vueltas para que las miles de personas de la plaza lo vieran en su forma final.
Y se fue. El globo le soltó la mano al campanario y tiró para arriba, despacio, hacia San Roque. Los expertos en esta tradicional cita aseguraban que subió especialmente despacio y se dirigió hacia la ría de Betanzos. Y a por otro año más.