Las Brañas de Valga, en Visantoña, un inteligente ejemplo de cómo recuperar un espacio

cristóbal ramírez

BETANZOS

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Recorrer ese paseo es dar una oportunidad a la relajación

09 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El campo de fútbol de Visantoña. Esa es la mejor referencia para alcanzar las Brañas de Valga, concello de Mesía, bien se vaya desde As Travesas (de Mesón do Vento a Betanzos) o bien desde Xanceda. O circulando por pistas tan humildes como encantadoras después de haber salido de la AP-9 en Ordes, haber enfilado la derecha y al pasar bajo la autopista haber elegido la izquierda. Pero a la altura de Visantoña, en una recta en la que destaca la alta chimenea industrial, procede estar pendientes de la señal de campo de fútbol. También aparece indicada el área natural de las Brañas de Valga (Aula da natureza), pero con el fútbol no cabe error posible.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Olvídense esos 200 metros desde la carretera general hasta la entrada en sí a las brañas. A partir de esa entrada el lugar derrama encanto, impecable, limpio, sin nada que lo afee. El parque infantil, a la derecha, y el parque biosaludable, a la izquierda, se ven cuidados, las papeleras se vacían, la hierba no se deja crecer a su aire. Lugar, pues, muy acogedor.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Esto es una antigua telleira que dejó de cumplir su función a principios de los años setenta del siglo pasado y que ocupa 18.100 metros cuadrados, lo que da idea de su magnitud. Al frente, un edificio bajo alberga el centro de interpretación del barro, donde han disfrutado miles de alumnos. Pero lo bonito es dar un paseo alrededor de esas dos masas de agua partiendo justamente de ahí, de ese centro de interpretación. Son solo 800 metros, pero de los que se disfrutan siempre y cuando no llueva o no haya llovido en las últimas veinticuatro horas por lo menos. A menos de doscientos metros del inicio ya hay un merendero, luego un puente en un entorno realmente bonito otros 160 metros más adelante, y un mirador cuando se llevan 600 y un poco más desde la salida.

Es, además, un itinerario seguro, con un cierre de madera destinado a evitar sustos, pero a los pequeños de la familia no hay que perderlos de vista. Seguro que ellos —en general, todo el mundo— van a admirar los cisnes que han tomado posesión de ese espacio y lo consideran suyo.

Claro está que no son los únicos animales, como lo demuestran los anfibios, que curiosamente no arribaron por su propio pie. Se han visto nutrias, y de vez en cuando un murciélago muestra su pericia cogiendo insectos voladores. Otros son grandes, como patos reales o garzas.

CRISTÓBAL RAMÍREZ

Recorrer ese paseo es dar una oportunidad a la relajación, con sabugueiros, salgueiros y ameneiros, llegando hasta el borde del agua, con loureiros y carballos más alejados. Y el conjunto da forma a un entorno que demuestra que es posible recuperar para disfrute público instalaciones abandonadas. Un ejemplo.