«A Coruña no existía, el origen del término es un homenaje a Carlomagno»

Mila Méndez Otero
mila Méndez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

Mila Méndez

El profesor de la UVigo presenta una nueva investigación sobre el topónimo de la ciudad

21 jul 2021 . Actualizado a las 13:00 h.

Lingüistas e historiadores coinciden en que ningún otro topónimo como el que da nombre a la ciudad herculina tuvo un origen tan misterioso en lo que respecta a las grandes villas gallegas. Un profesor de la facultad de Filoloxía e Tradución de la UVigo añade una nueva teoría a esta apasionante y a veces, también, polémica búsqueda. Gonzalo Navaza, miembro de la Comisión de Toponimia y académico correspondente de la RAG, acaba de publicar en la Revista Galega de Filoloxía de la UDC su investigación. Él asegura que «el enigma queda resuelto».

-¿Qué novedad aporta?

-Lo que hice fue interpretar con rigor filológico e histórico la documentación que ya existía.

-¿Cuál es el origen del nombre?

-Brigantium y Faro fueron, por este orden, sus dos nombres anteriores. La palabra Crunia, como nombre de la localidad, aparece por primera vez en 1208. Fue el rey Alfonso IX quien la bautizó así cuando le concedió los foros reales, de la misma forma que hizo con Baiona. Antes, sabíamos que el término ya figuraba en otro texto anterior, la Historia Turpini o Historia Karoli Magni, el cuarto libro del Códice Calixtino, de la primera mitad del siglo XII, unos 50 años antes, aproximadamente. Sin embargo, y contrariamente a lo que muchos piensan, no se trata de una prueba documental del término, sino de su fuente literaria.

-¿Se trata entonces de una ciudad imaginaria?

-En el tercer capítulo de la Historia Turpini, escrita en latín, se enumeran las conquistas de Carlomagno en Gallecia. Crunia es una de ellas. Su particularidad es que no era un lugar real como Coimbra, Compostela o Lugo. Lo que por entonces era la localidad que hoy llamamos A Coruña figuraba en los documentos de la época como Faro.

-Otros estudiosos hacen mención a documentos anteriores en los que ya aparece, como el Foro dos cregos da Cruña, datado en 1180...

-Un texto en gallego de 1180, y nada menos que en un documento real, no es verosímil.

-Entonces, ¿cuál fue el motivo que llevó, según usted, a Alfonso IX a utilizar la palabra?

-Tenemos que tener en cuenta que en el siglo XII el Códice fue una especie de best seller. En Europa circularon más de 100 copias manuscritas. Era un documento que daba legitimidad a la leyenda jacobea. Llama la atención que en la traducción al gallego de Historia Turpini, incluida en los Miragres de Santiago, se omitió a Crunia en la enumeración. ¿Por qué? Da la impresión de que unos cien años después de ser impuesto, a la monarquía que sucedió a Alfonso IX no le hacía mucha gracia un topónimo vinculado a la tradición carolingia, contrapuesta a los intereses castellanos.

-¿De dónde salió entonces Crunia?

-Su transcripción recogida en la Historia Turpini pudo deberse a un error, tal vez intencionado. Podría referirse a la lusitana Cauria, la actual Coria de Cáceres. Tiene sentido si se piensa en los intereses que tenía la Iglesia compostelana de recuperar esta diócesis, como ocurrió finalmente. Lo que está claro es que no tiene nada que ver con el origen de Coruña del Conde, en Burgos, de procedencia prerromana.

-¿Cree que su tesis se acabará imponiendo o sembrará más polémica?

-Hubo muchas propuestas etimológicas. La más aceptada hasta ahora consideraba que se trataba de un nombre de origen celtíbero. Otras teorías, que la vinculan a palabras comunes como columna, colonia o corona son ingenuas y carecen de rigor científico. Esta es la primera vez que una explicación cuenta con todos los registros documentales. A diferencia de otros topónimos gallegos, aquí sabemos la fecha concreta en la que aparece.

-¿Pondrá esto fin a la eterna disputa, A Coruña contra La Coruña?

-En su forma latina, Crunia, no existe el artículo. A partir del siglo XIII, cuando se escribe en romance y deriva en variantes como Cruña, Crunna, Curunia, Curuña y, finalmente, Coruña, ya aparece, tanto en gallego como en castellano. El artículo es tan antiguo como el propio nombre.