A Coruña, la ciudad trifálica

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

EDUARDO PEREZ

23 abr 2019 . Actualizado a las 09:42 h.

El hallazgo -al César lo que es del César- corresponde a la ministra de Justicia, Dolores Serrano, que bautizó a los tres protagonistas de la foto de Colón -Pablo Casado, Albert Rivera y Santi Abascal- como «la derecha trifálica». Primero defendió su ocurrencia, y subrayó que se refería al «exceso de testosterona» que lidera la franja conservadora. Luego, arrepentida, aseguró en los platós que lo suyo había sido «un poquito de lapsus» y que en realidad lo que quería decir era «derecha tricéfala».

A pesar de que la ministra hiciese acto de contrición y propósito de enmienda, lo cierto es que su neologismo ha triunfado y ya está ahí para la historia. Y, según lo que pase el 28 de abril, incluso puede convertirse en la más brillante definición del próximo Gobierno Frankenstein.

De momento, el término nos invita a buscar similitudes en paisajes más cercanos que la plaza de Colón. No se trata de encontrar tríos de machos alfa por las calles, sino de otear la orografía urbana, a ver si resulta que vivimos en una ciudad trifálica.

Hagamos recuento. ¿Cuál es el símbolo máximo de A Coruña? No hay duda: la torre de Hércules. Un monumento de 59 metros de altura que mantiene a la ciudad enhiesta frente al mar desde el siglo I. Pese a los reiterados intentos por taparla con la construcción de nuevos edificios en su entorno y la osadía de levantar inmuebles más elevados que ella, el faro romano aún es una de las estructuras más altas de la península.

Uno de los edificios que rompió la norma no escrita de no mirar por encima del hombro a Hércules es la Torre Hercón, que se alza 106 metros sobre el asfalto de la calle Costa Rica. En su azotea, uno se siente la gaviota que anida en todos los tejados o incluso el oso que, en uno de sus cuentos, Julio Cortázar puso una noche de verano a nadar en una cisterna picoteada de estrellas entre las últimas chimeneas de París.

Sumamos dos y vamos para tres. Ahora tenemos que elegir entre historia y longitud. El Obelisco la tiene más larga -la historia-, aunque solo alcanza los 18 metros desde la acera de los Cantones. Y eso que en 1951 todavía era más bajito y se sometió a un alargamiento porque se estaba quedando canijo mientras las casas crecían a su alrededor. La Torre de Marathon de Riazor es otro icono máximo de A Coruña y se acerca 54 metros al firmamento, cuatro más que el Millennium. Y no olvidemos los entrañables depósitos de agua, los mojones que marcan cada barrio en el horizonte urbano.

A ver quién se atreve a escoger entre todos estos monumentos erectos nuestra tercera seña de identidad. Pero, como somos unos sentimentales, el tamaño nos la trae al pairo. Así que, puesta a ser la ciudad trifálica, los tres hitos de nuestro enderezado skyline serían el faro de Hércules, la Torre de Marathon y el diminuto Obelisco.