La caña no deja ver la pandemia

Javier Becerra
javier becerra A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Se abre la mano con las restricciones y, como sociedad, nos damos de bruces contra el muro del egoísmo, la irresponsabilidad y la ceguera

05 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando aún no ha pasado un año de aquel 13 de marzo en el que nuestra vida cambió radicalmente, hay cosas con las que resulta inevitable sentir un déjà vu. Se abre la mano con las restricciones, se apela a la responsabilidad individual, se intenta enfilar algo parecido a una seudonormalidad para que la economía funcione y, como sociedad, nos damos de bruces contra el muro del egoísmo, la irresponsabilidad y la ceguera.

El pasado fin de semana se juntaron dos elementos: el buen tiempo y el permiso de la Xunta para usar las terrazas hosteleras al 50 % de su capacidad. Como era previsible, se produjo una avalancha a los bares, como si se tratase de la última caña sobre la tierra. Bares que, en muchos casos, no respetaron la norma de la mitad. Es más, alguno sacó mesas interiores. Los que cumplían, además de tener sensación de frustración viendo a parte de su sector pasar de todo, facturaban menos y trabajaban más. Entre sus labores, lidiar con clientes malhumorados. Exigían el incumplimiento apelando a que nadie cumple. Y no, el cliente no siempre tiene la razón. En casos de pandemia, menos.

«La gente está muy mal», me comentaba un hostelero vecino. En la anterior crisis, la de la desescalada, presenció peleas en su establecimiento. Esta vez la cosa estuvo a punto, dice. La gente le reclamaba con agresividad su sacrosanto derecho a la mesa en el aperitivo. A veces ese anhelo va más allá de la sinrazón y entra en lo vergonzoso. Véase lo ocurrido en la calle de la Estrella, donde hubo que pasear un enfermo de covid-19 porque la ambulancia no podía pasar. La gente, a lo suyo. Había que preguntar que, igual que eso de las ramas y el bosque, ¿no será que la caña no deja ver la pandemia?