Tiburón asesino en Riazor

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

El tiburón Gastón, en la Casa de los Peces.
El tiburón Gastón, en la Casa de los Peces. MARCOS MIGUEZ

Se llamaba Pepón, debía de tener cinco o seis años. Salió del agua chorreando uno de esos días ventilados de junio en los que el arenal es más bien Friazor

01 may 2021 . Actualizado a las 08:42 h.

Se llamaba Pepón, debía de tener cinco o seis años. Salió del agua chorreando uno de esos días ventilados de junio en los que Riazor es más bien Friazor, y pronunció las palabras mágicas:

-Mami, hay un tiburón asesino en el mar.

En aquel fresco primer verano de finales de los setenta rio el coro de padres la gracia del chaval, pero como quiera que este insistiese, lo cogió su madre de la mano y se lo llevó de paseo a la orilla, donde un montón de diminutos arquitectos zarandeaban con entusiasmo arena, cubos y palas.

-Ves como no hay nada, Pepón.

-Sí que hay, que yo lo vi. Muy grande y azul.

Una mueca de mosqueo se adivinó en el rostro de la mujer cuando regresó a las toallas, y ese rictus contagió (semblante a semblante) a toda la pandilla de padres con la facilidad con que el fuego pasa de vela en vela.

Un inciso: hay un punto de inflexión en la historia de los baños de mar, el estreno de Tiburón (Steven Spielberg, 1975). Después de ver cómo se las gastaba aquel escualo con gastritis son legión quienes no soportan quedarse solos con sus pensamientos en el mar en calma (sobre todo al crepúsculo) y optan entonces por una prudente retirada. Estoy seguro de que muchos de aquellos padres setenteros tenían bien presente la película.

Lo cierto es que una hora después de que Pepón pronunciase su inquietante proclama ni un solo arquitecto seguía ya en el agua: «Ven, Paquito, que vamos a secarnos un ratito a la toalla», vociferaba una madre que se llevaba en volandas a su retoño.

Nada más se supo del tiburón asesino de Riazor, pero, a última hora de la tarde, en la orilla solitaria yacía el cadáver aplastado de una pelota de Nivea. Grande, azul... Sin aletas ni mandíbulas.