La sangre del matadero corría desde la plaza de Argüelles a la calle Real

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

A CORUÑA CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Los vecinos denunciaron al empresario Norberto Velázquez Moreno por las inmundicias y olores que producía el macelo

25 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Norberto Velázquez Moreno tuvo un matadero en el entorno de la actual plaza de Argüelles, en pleno centro de la villa. Esta ubicación generó en 1801 una polémica que terminó en la Real Audiencia de A Coruña. Antes de alcanzar la instancia más alta de la justicia en Galicia, un vecino de la parte alta de la villa trató de que fuese solucionado el problema en el marco municipal.

Benito Fernández Infesta enviaba un escrito en enero de 1801 al juez Manuel Morales exponiéndole la situación. Este hombre, que era escribano y propietario del edificio donde estaba el matadero, aludía a una cuestión de salud pública para reclamar el cierre del establecimiento, que por otro lado le permitiría recuperar su propiedad una vez que la casa donde vivía de alquiler había sido requisada para los alojamientos de tropas.

Su escrito aporta una visión apocalíptica del lugar y su entorno. «La inmundicia que despide, baña y corre por la calle Real hasta desembocar a la mar, causando un olor pestífero a todos los havitantes en perxuicio de la salud pública», afirmaba el vecino.

Un mes más tarde se sumaba a la petición Josef Yglesias, procurador general del gremio del mar. Recordaba al Ayuntamiento que tenía la responsabilidad de velar por la salud pública y adoptar medidas para evitar contagios y pestilencias. Su descripción del entorno del matadero era similar a la aportada anteriormente por el escribano. «La sangre pútrida pasa por la puerta principal de la capilla de la Misericordia [situada en lo que actualmente es el tramo de Elduayen más próximo a la Porta do Sol] que el gremio de mi cargo tiene en la calle de los Sombrereros», comenzaba diciendo. «No puede celebrarse el santo sacrificio de la misa a causa de el olor inmundo y pestífero de los despojos del sitado matadero que llegan hasta más adelante de la yglesia colegiata de esta propia villa», añadía.

El procurador de los mareantes indicaba que el matadero debería estar fuera de las murallas y aportaba una ubicación ideal: «En el arenal de la Camboa tiene una casa terrena confinante al río que pasa a la mar don Juan Jemelo y Telinges, es mui útil y combeniente». El juez-alcalde de Vigo, Manuel Morales, solo ordena a Velázquez Moreno que mantenga limpio el matadero, algo que el empresario ve complicado teniendo en cuenta el negocio que maneja.

Como nada cambia, el gremio de la mar lleva la queja a la más alta instancia de justicia en Galicia, donde gana. A partir de ahí comienza un largo proceso para encontrar una nueva ubicación.

En un principio, el Ayuntamiento quiere trasladar el matadero a la Fervenza, un espacio que hoy en día estaría en la calle Velázquez Moreno a la altura de Príncipe. El dueño de la casa donde se quiere instalar el servicio no está de acuerdo y, como se niega a entregar las llaves de la casa, acaba en la cárcel municipal. En el escrito de descargo que envía al juez, Francisco Antonio García describe el entorno de su casa como un vergel: «Se compone de viñedo y huerto con sus frutales de mucha estimación y una casa con su lagar para extrujar la huba en el tiempo de cosecha recojer en ella los amores que produce el citado lugar». El juez no veía de la misma manera el lugar porque decía que la casa estaba deshabitada y en ruinas.

A los tablajeros oficiales (carniceros que tenía la concesión municipal de la venta de carne de vaca y buey) no les gustaba mucho el sitio porque estaba fuera de las murallas en «una casa viexa reducida que se halla amenazando ruyna, fuera de la villa, sospechosa, sin abrigo ni asilo de vecinos, expuesta a ser robados y nosotros a recivir mayores daños y perxuicios». Por una u otra razón, sabemos por otro documento que a finales de ese mismo año de 1801, el matadero ya estaba funcionando en la Areosa.