Las arcadas aún no habían sido condenadas a una clausura inexplicable
31 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.La imagen fue tomada por Alberto Martí Villardefrancos una tarde del verano de 1968, uno de aquellos veranos que los mayores recuerdan como eternos y más calurosos, aunque las estadísticas se empeñen en querer demostrar que es solo un efecto secundario de la nostalgia. Las arcadas aún no habían sido condenadas a una clausura inexplicable. Pero sí existía un paseo, no tan largo como el actual, claro, pero tan concurrido como hoy en esos días de sol y playa que nunca fallan en el estío norteño. Con el respaldo de cemento aún sin terminar, Riazor lucía aquel día con un esplendor del que este año estamos algo escasos.