Después de que La Voz de Galicia publicase durante las últimas semanas varios testimonios de víctimas de estafas telemáticas, contactó con la Redacción de Coruña una persona que había sido timada también en Internet por el método del phishing. Como en los demás casos, los estafadores suplantaron la identidad de un banco para hacer que la víctima revelase contraseñas y códigos de seguridad con los que le vaciaron la cuenta.
Esta persona declinó el ofrecimiento de dar testimonio en el periódico, pero al explicar sus motivos reveló con notoria indignación una de las claves de este problema: «No somos paletos -exclamó-. Nos han estafado, pero no somos personas torpes que desconocen el uso de Internet. Más bien, al revés. Y me fastidia que se esté diciendo que la culpa es nuestra, que no sabemos manejar la tecnología».
Creo que tiene razón en eso. Las técnicas de engaño que se están empleando para las estafas son sofisticadas y cualquiera que no esté avisado puede caer en el embuste por muy experto que sea.
Quizá haya llegado el momento de echarle una mano al usuario, en vez de apuntar a su presunta negligencia. Empezando por las propias entidades financieras, a las que esto les está creando también un problema.
Es verdad que los bancos no son responsables de las estafas, pero no es menos cierto que la gente cada vez es más reacia a operar con euros en la Red. Así que, probablemente, sean ellos los que tengan que darle más vueltas aún al asunto de la seguridad para generar la confianza que buscan los particulares y las propias entidades.
Por cierto, los afectados por estos timos empiezan a asociarse para hacer más presión.