Hosteleros contra las cuerdas

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA CIUDAD

Ambiente en las terrazas de la Marina.
Ambiente en las terrazas de la Marina. GEMA GARCÍA

Las reservas fallidas están haciendo daño a los propietarios de los restaurantes coruñeses

23 abr 2023 . Actualizado a las 21:41 h.

Un grupo de 11 personas reserva mesa para cenar en un restaurante de primer nivel. Los organizadores del banquete encargan unos percebes calibre Roncudo, también de primer nivel. Y en la fecha y a la hora convenidas nadie aparece por allí. Ni un solo aviso, ni una llamada de teléfono para cancelar. Nada. Sencillamente, no acuden. Como si fuese lo más normal del mundo. Como si no pasase nada.

Y vaya si pasa. Esta anécdota que me cuenta una compañera de La Voz explica bien el drama que están viviendo los hosteleros con las reservas fallidas, las que no se advierten, que hacen perder mucho dinero a profesionales que ya de por sí tienen que hacer equilibrios para cuadrar el presupuesto y que no pueden permitirse pesadillas de este tipo. No llegan a ser simpas, pero poco les falta. En inglés ya hay un término para definirlas: no-show.

Los hosteleros están hartos y no es de extrañar que cada vez sea más habitual que con la reserva se le exija al cliente un depósito o un número de tarjeta de crédito. En un negocio pequeño, de cinco o seis mesas, un roto de este tipo te revienta los números de toda la semana. Y en uno grande se multiplican las posibilidades de reservas frustradas, lo que deja a los propietarios contra las cuerdas. Como el cliente tampoco contesta al teléfono, el profesional no sabe si darle la mesa a otros comensales o esperar.

Pocas cosas están haciendo tanto daño al sector. Bueno, si acaso los comentarios maliciosos en determinadas aplicaciones de internet: ese desaprensivo que pone a caer de un burro la comida de un restaurante porque no le gustó el trato del camarero. El daño irreparable que se puede hacer con una crítica malintencionada, a la larga, también es económico.