La Lucía que todavía no ves: «Quiero ser un ejemplo para los que no tienen visión»

A CORUÑA CIUDAD

Lucía, que a finales del 2023 cumple 23 años, es una de las cien personas sin visión en Galicia que se han instertado laboralmente en empresas externas a la ONCE
Lucía, que a finales del 2023 cumple 23 años, es una de las cien personas sin visión en Galicia que se han instertado laboralmente en empresas externas a la ONCE MARCOS MÍGUEZ

Nunca ha podido saber lo que son los colores ni observar volúmenes o paisajes, pero esta joven no renuncia a una vida plena tras años trabajando con su ceguera y contra los estereotipos

26 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Normalmente, me gusta estar con la luz apagada. No me gusta la luz», cuenta Lucía Medina Meneses. Su declaración puede parecer sorprendente, pero esta joven de 22 años de A Coruña era una bebé de apenas 6 meses cuando los médicos dieron con su diagnóstico y se lo trasladaron a sus padres adoptivos: había nacido con una retinopatía de la prematuridad. Un desarrollo anormal de los vasos sanguíneos en la retina que puede producirse en prematuros y que, si no se trata a tiempo, puede derivar en ceguera. Desde que tiene uso de razón Lucía ha convivido con estas dos palabras. Ni sombras ni formas, a través del ojo que conserva solo distingue si hay mucha claridad al filtrarse restos de esa luz difícil que prefiere evitar, porque le causa molestias, incluso dolor.

Podría pensarse que la vida de Lucía ha sido un camino a oscuras. Ha habido obstáculos, se sigue tropezando con ellos de cuando en cuando, pero gracias al apoyo de su familia y a su pertinente obstinación, ha aprendido a adaptarse. Este 2023 ha dado un gran paso de hecho: conseguir su primer empleo. «Trabajo en la recepción de una empresa de A Coruña», dice con una tímida sonrisa. «Siento que soy útil. Puedo enseñar lo que valgo», sostiene. Por eso, añade, se ha decidido a hablar con la prensa, a que la fotografíen, a que la veamos como es, y no como nos figuramos. Una de las batallas de las personas que conviven con una discapacidad.

Trabajar, salir del paraguas protector de casa, relacionarse con compañeros y valerse por sí misma le han dado confianza. No fue fácil alcanzar este escalón. Requirió de empeño y entrenamiento. «Ahora es más flexible. Hay que tener en cuenta que las personas con una discapacidad no suelen abandonar su ambiente familiar. Que puedan trabajar les da autonomía, es muy importante para el salto de niños a adultos», explica Rubén Mateos, el director del colegio de educación especial Nosa Señora do Rosario que el colectivo Aspronaga, la Asociación Pro Personas con Discapacidad Intelectual de Galicia creada en 1962, tiene en A Coruña y al que asistió Lucía.

La falta de visión vino acompañada de otros problemas de desarrollo de niña. Las clases que recibió en esta escuela y también en la ONCE hicieron posible su preparación para el mundo laboral. Es decir, para la vida fuera de casa. «Su estructura de lenguaje habla de una estructura de pensamiento. Le veíamos muchas capacidades. Al fin y al cabo, ¿qué entendemos por discapacidad intelectual?», lanza la pregunta Rubén Mateos.

La incorporación a un puesto de trabajo de las personas con una discapacidad, remarca este profesor, es una de las asignaturas pendientes para la inclusión de un colectivo tan amplio como diverso. «En los dos últimos años conseguimos colocar a siete alumnos de la escuela en empresas de la zona. Son las mismas oportunidades laborales que se dieron en los 26 años anteriores juntos», destaca Mateos. Poco a poco, se van dando pasos. Depende de todos.

lucia.Lucía nació con una retinopatía de la prematuridad. Una dolencia que se produce cuando los vasos sanguíneos crecen anormales en la retina, lo que le provocó la ceguera desde bebé
Lucía nació con una retinopatía de la prematuridad. Una dolencia que se produce cuando los vasos sanguíneos crecen anormales en la retina, lo que le provocó la ceguera desde bebé MARCOS MÍGUEZ

Tiflotecnología y orientación

La sociedad tiene que aprender a ver y no invisibilizar a personas como Lucía. Eso lo saben en la ONCE, donde además de prestar apoyo y orientación a los usuarios, establecen contactos con las empresas para que pierdan el miedo, y los prejuicios, en forma de oportunidades. «En lo que llevamos de año, atendimos a 98 afiliados desempleados. De ellos, 46 están en búsqueda activa de empleo», avanza Andrea Fontes, de la ONCE en A Coruña. «El caso de Lucía —explica— entrañó un especial reto por la concurrencia de otras dificultades. Nos centramos en prepararla para una oportunidad, que surgió». Y a la que se aferró.

El trabajo conjunto entre ambas organizaciones, sumado a la implicación de Lucía, hicieron posible que haya sido una de las cien personas sin visión que en los últimos cinco años que se han insertado laboralmente en Galicia en empresas externas a la ONCE, cuyo grupo social sigue siendo uno de los principales empleadores en el colectivo. En nuestra comunidad la plantilla de su grupo social roza los 3.000 trabajadores.

Antes de encontrar el puesto como recepcionista en la multinacional donde trabaja, un especialista en tiflotecnología, como se llaman las técnicas de accesibilidad a las nuevas tecnologías, la entrenó para repasar el código braille, saber mecanografía y desenvolverse con el ordenador y el móvil. «Es muy sencillo. No necesitas un equipo especial, solo que te instalen el Jaws, un lector de pantalla. Para escribir, la J y la F tienen una marca: desde ahí partes y sabes dónde están las demás teclas», detalla con soltura Lucía cuando le toca hablar de su trabajo y su afición por la informática.

Otra técnica en rehabilitación de la ONCE fue con ella los primeros días al trabajo para que conociera los espacios. Las paredes son su referente para orientarse. Hasta que se decidió a emprender esta aventura, sus padres fueron sus ojos y también su voz cuando no conseguía vencer su timidez. «En casa trabajamos con ella prácticamente de forma empírica desde que es niña. Íbamos ensayo y error. Sé que si tiene siempre a su mamá a mano no va a volar», reconoce Ana Meneses, la madre

lucia.Lucía pasea por una de las calles peatonales de su ciudad
Lucía pasea por una de las calles peatonales de su ciudad MARCOS MÍGUEZ

Lucía escucha atenta y respira hondo. «Hay cosas que todavía me cuestan, como cuando me preguntan por qué no veo», desliza. Hace una pausa en la entrevista. «¿Me permites ser tu voz?», le pregunta la madre. Ella asiente. «Lucía —explica Ana— fue prematura por unos problemas de adicciones de sus padres biológicos. Desde que tiene cinco meses está con nosotros». La familia acaba de instalarse en un nuevo piso en Arteixo, muy cerca de A Coruña. Llegaron hace menos de cinco años de San Cristóbal, Venezuela. Escuchando hablar a Lucía nadie diría que no nació ni se crio en Galicia. «Tiene mucha capacidad para intercambiar acentos, ¿a qué sí?», sonríe su madre.

El primer impedimento que tienen las personas con una discapacidad, coinciden ambas, es el de la ignorancia. «Si tú vas a ayudar a una persona ciega, lo primero que tienes que hacer es presentarte y preguntarle si quiere algo», dice Ana. «Es que si no, te asustas cuando te agarran», añade Lucía. El segundo es la lástima, los eufemismos. «Ese ''pobrecito'' molesta», aclara Ana Meneses. «Lo más difícil para mí es que te vean por tu físico. Yo me pregunto por qué, por qué no me ven por lo que soy. Te cansas de dar explicaciones», afirma la joven.

A medida que avanza la conversación, Lucía se va sintiendo más segura para abordar lo más complejo. «De pequeña, en la escuela se metían conmigo. Ahora ya me animo a ir a pasear con mi amiga Flopi por la calle y participo en actividades, como un festival de canto. Mi músico favorito es John Legend, pero también me gusta el reguetón. Pasé de sentirme apartada a tener gente que quiere hacer cosas conmigo. Por eso, quiero ser un ejemplo para los que no tienen visión, que no se sientan menos. Hay gente que nos juzga, que no nos entiende, es duro. Pero, como yo, pueden superar todo eso y tener un futuro», defiende.

Aprender inglés, saber más de ciencia, salir a pasear sola por la calle y hacer más vida social son sus siguientes metas. Lucía, cuyo nombre significa luminoso, está en ello. Así quiere que la veamos, como ella es.