Vecinos de Monte Alto plantan cara a los toxicómanos que atemorizan al barrio

L. Fernández A CORUÑA/ LA VOZ

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El drogodependiente, de espaldas, y el hostelero de Monte Alto, en A Coruña, en el momento de la discusión
El drogodependiente, de espaldas, y el hostelero de Monte Alto, en A Coruña, en el momento de la discusión Marcos Miguez

«Estamos educando a nuestros hijos y no queremos que crezcan con gente así», increparon los manifestantes

25 ene 2024 . Actualizado a las 20:35 h.

El barrio de Monte Alto ha hablado. «Non queremos a xente coma ti aquí», gritaron al unísono los vecinos de las calles más afectadas por la plaga de narcopisos que está proliferando por todas las zonas de la ciudad. Lo hicieron en la plaza de San José, donde estaba convocada una concentración en la que los afectados pretendían hacerse oír. Por fin. Y no es para menos, ya que la problemática de la drogadicción no es algo nuevo. Tampoco en Monte Alto, una de las zonas más castigadas por el consumo de drogas y la okupación ilegal.

Estas palabras estaban destinadas a uno de los presuntos toxicómanos que rondan las calles y se dedican a aterrorizar a sus vecinos. Lo hacen con palabras, insultos destinados a amedrentar a los residentes, especialmente a los mayores, que han tomado la decisión de no salir a la calle. Al menos no después del atardecer. No es seguro, reconocen. Pero también intimidan con navajas.

«Ladrón, vaite de aquí, xa estamos fartos», le espetó un vecino, abriendo la veda a los demás para proferir todo tipo de acusaciones. El joven intentó justificarse. «Non vou consentir que me chamen ladrón. Son un drogodependente, recoñézoo. É unha enfermidade como calquera outra, pero nunca roubei nada», aseguró el hombre, con los ánimos caldeados.

Los vecinos tomaron a mal estas palabras. «Un infrutuoso intento de xustificarse», admitían los allí presentes, sorprendidos por la actitud de quien reconocen como uno de los muchos toxicómanos que se dedican a robar y a asaltar a todo aquel que se encuentre en su camino. Varios de los manifestantes aseguraron que hay pruebas que corroboran los actos delictivos que narran. «Hay grabaciones que demuestran que es uno de los que entran en los comercios a robar», sostuvo Rosa Barrientos, una de las vecinas que se encararon con el hombre. «Yo tengo un comercio de ropa, y sé que amigos suyos han intentado entrar», manifestó. Barrientos los tiene controlados. «Es el mismo grupo. Los que echaron de la calle Faro, pasaron por el narcopiso de Santo Tomás, y ahora se encuentran aquí, en la calle Washington», aseguró.

En el intercambio de palabras que mantuvo esta comerciante con el increpado, defendió las asociaciones sin ánimo de lucro que se encuentran a disposición de las personas en su situación. «Tengo hijos en paro también y no por eso se ponen a robar», le dijo ante los intentos del hombre por justificar sus actos.

Pero el testimonio de esta mujer es solo una de las muchas historias para no dormir que cuentan los vecinos. Elvira López lleva toda la vida asentada en Monte Alto. «Más de sesenta años», como confirma ella misma. «Y la violencia que estoy sintiendo ahora no la he experimentado en mi vida», aseguró, hastiada por los constantes agravios a los que se ven sometida ella y sus conocidos. «Siempre hubo drogadicción. Pero esa gente no se metía con nadie. Ahora roban, amenazan...», relata, desesperada por una situación que califica como insostenible.

Olga tampoco se ha querido quedar callada. «Xa non podemos máis. Esta xente entra a roubar, destroza os comercios, ás señoras maiores sácanlles a navalla para quitarlles os cartos...», narra esta mujer, cansada de vivir con miedo. «Ao meu home o outro día comezaron a insultalo porque non lles quixo dar o móbil», confiesa, reclamando mayor control policial.

Y es que la mayoría de los vecinos coincide en que se ha incrementado la vigilancia, pero «es insuficiente para controlar a esta gente». Así lo considera Rosa Barrientos, que reconoce que hace tan solo unos días vio algún coche patrulla. «El problema es que los agentes tienen que ir uno a uno pidiendo la documentación. Y en cuanto los ven, escapan», se lamenta.

Pero sin duda, los momentos más tensos se vivieron entre un hostelero y el reconocido drogodependiente, con un cruce de acusaciones e improperios que cerca estuvieron de llegar a las manos. «Ponte a trabajar y deja de molestar. Estamos intentando criar a nuestros hijos y no queremos que crezcan con gente como tú», sentenció el hostelero, denunciando sustracciones de propinas en su negocio.