La hostelería de A Coruña, ante los horarios de cierre que propone Yolanda Díaz: «Si se impone esa medida igual tengo que echar a dos empleados»

Laura García del Valle
Laura G. del Valle A CORUÑA

A CORUÑA CIUDAD

Eduardo Pérez

Salvo algún verso suelto, la mayor parte del sector se opone a que los restaurantes cierren a la una de la madrugada. El debate que está sobre la mesa es el siguiente: ¿quiere España parecerse a Europa? Vota y opina: ¿estás de acuerdo con la propuesta?

05 mar 2024 . Actualizado a las 17:04 h.

Hace ahora cuatro años, A Coruña registraba el primer caso de covid de Galicia. Entonces el país contenía la respiración ante la llegada de un virus que hacía estragos en otros puntos del globo. La pandemia cambió la forma de relacionarnos y agudizó, de forma generalizada, la empatía de la sociedad con los empleados del sector servicios. La hostelería sufrió como pocos ámbitos las medidas de contención del coronavirus, y los horarios de apertura y cierre comenzaron un baile que se dilató prácticamente dos años. Con esta fotografía guardada en un rincón de la memoria, el ocio vuelve a ser uno de los motores de la economía de la ciudad herculina y, en general, de todo el país. Los comentarios de Yolanda Díaz tildando de «locura» que los restaurantes estén abiertos de madrugada han generado una oposición prácticamente en bloque en la hostelería local. Y, salvo algún verso suelto, casi nadie apoya que, como propone la ministra de Trabajo, se restrinjan los horarios de las casas de comidas.

Díaz habló de homologar los horarios con el resto de Europa, en aras de una mayor conciliación. Pero de los profesionales consultados, tan solo Pablo Gallego, que advierte que suele estar «en la oposición», comparte que se trata de una buena medida. Para el dueño de su restaurante homónimo, es importante tener un horario «razonable». «No es lógico que un local ofrezca desayuno, comida, merienda, cenas y copas; después nos quejamos de que no encontramos empleados. Una opción es que haya restaurantes especializados, de última hora, que funcionen de ocho de la tarde a dos de la mañana, pero aún así sigo sin entender lo de cenar a la una: me parece una salvajada».

Pablo Gallego
Pablo Gallego MARCOS MÍGUEZ

Continúa: «Las imposiciones suelen estar mal pero a Yolanda Díaz no le falta razón en este caso. La pandemia nos hizo aprender pero mira qué pronto nos olvidamos de todo; la gente cree que los camareros y los cocineros trabajan gratis, pero si quieres tener a empleados por la noche tendrás que pagarles por ello para dignificar la profesión, y para mantener esos sueldos habrá que cobrar las cañas a 6 euros. Mira, como en Europa».

Lo de equipararse con el Viejo Continente apenas convence a nadie. De hecho, Héctor Cañete, representante de los hosteleros de la provincia de A Coruña, indica que «el horario de los locales tiene que ser libre», pero matiza: «Otra cosa es que los clientes tienen que aprender a regularse. Si realmente nos creemos europeos la gente tiene que acostumbrarse a comer y cenar más temprano, y a no hacer sobremesas hasta las cinco de la tarde. Pero claro, después cada uno sale de trabajar cuando puede y tiene derecho a disfrutar de una comida», concluye.

Jorge Otero, responsable de Casa Ponte y más recientemente de La Chula, es tajante en su opinión: «Para mí este tipo de imposiciones significan retroceder. En Casa Ponte, por ejemplo, que doy servicio de cenas hasta las once, si me quitas este turno para poder cerrar a la una, probablemente tendría que despedir a dos empleados porque me sobraría personal», comenta, para añadir que «lo que hay que hacer es controlar los horarios y que los empresarios garanticen que sus trabajadores pueden conciliar. Lo que tiene que hacer esta mujer es controlar que no se explote a los empleados, pero sin cambiar las condiciones».

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Un propietario de varios restaurantes, que prefiere no ser mencionado, no entiende que se vaya «hacia horarios más libres en otros sectores y que a nosotros nos quieran restringir». «Somos un país de turismo, con unas prestaciones y climatología diferentes a otros países, y con estas cosas lo único que hacemos es ponernos trabas», comenta. 

Gorka Rodríguez, de la Pulpeira de Melide
Gorka Rodríguez, de la Pulpeira de Melide ANGEL MANSO

Más reflexivo se muestra Gorka Rodríguez, de la Pulpeira de Melide. Aunque en este local echan el cierre a las 23.30 horas, mucho antes de lo que es habitual en A Coruña, recuerda que «cada local tiene sus circunstancias y muchos viven de la cena y la primera copa». Así, piensa que hay que dar «un poco de libertad a la hostelería pero velando por que se cumpla el convenio. A las plantillas hay que cuidarlas, y a los trabajadores mimarlos, pagarles sus horas y respetar sus vacaciones. La revolución que necesitamos es convertir el trabajo de hostelero en un buen trabajo».

Precisamente, la también vicepresidenta segunda del Gobierno matizó este martes sus palabras, aclarando que trabajar en horario nocturno conlleva riesgos para la salud, y concretó que, ante todo, deben respetarse los derechos laborales. Además, criticó que Isabel Díaz Ayuso frivolizase con el tema, tras decir la presidenta de la Comunidad de Madrid que la líder de Sumar «nos quiere puritanos, aburridos y en casa».