La zona de moda de A Coruña apuesta por convertir las ruinas en pisos de lujo
A CORUÑA CIUDAD
El estudio de arquitectura Carrasco e Creus rehabilitó el número 20 de la avenida de Oza, preservando la fachada de estilo racionalista y elementos singulares
16 nov 2024 . Actualizado a las 10:44 h.El número 20 de la avenida de Oza es un ejemplo de la rehabilitación urbana que está experimentando desde hace unos años tanto Cuatro Caminos como su entorno más inmediato. Se trata de un inmueble construido en 1950, con cuatro plantas y un diseño racionalista propio de la época y tan característico del Ensanche de A Coruña. Aunque su estado no era ruinoso, llevaba mucho tiempo en situación de abandono y con las palomas como únicas inquilinas en los pisos. Solamente el bajo comercial seguía ocupado por la joyería García.
Un promotor particular se fijó en el inmueble y decidió comprarlo para destinar los pisos a alquiler. Encargó el proyecto de rehabilitación al estudio coruñés Carrasco e Creus (autor de la Fundación Luis Seoane, de la premiada Casa Chao de Corcubión y ganador de prestigiosos galardones por el frente marítimo de Porto do Son). Tanto Covadonga Carrasco como Juan Creus explican que la apuesta del inversor no pudo ser más acertada: «Adquirió el inmueble a un buen precio y en una zona cada vez más demandada desde que se urbanizó la plaza de Tabacos. Creemos que con la nueva fachada marítima que se proyecta para el puerto, a corto plazo este ámbito tendrá todavía más atractivo», adelanta.
Los arquitectos explican que intentaron que la intervención fuese lo más respetuosa posible con los elementos singulares del edificio. Así, conservaron la escalera interior original que, debido a la forma del solar, tiene planta triangular de terrazo. También la fachada, de diseño racionalista, tiene protección ambiental. «Tuvimos que reponer la carpintería pero en vez de apostar por otros materiales, volvimos a instalar madera. Incluso los propietarios se sorprendieron del aislamiento acústico que se consigue con la tecnología actual, además de la calidad y la calidez que aporta al inmueble». El número 20 se pintó de blanco, «pero no es un blanco puro, sino tirando a grisáceo. Apostamos por los balcones en color madera combinando con el portal de entrada. Conservamos las barandillas originales y, en la terraza, instalamos otras que siguen la estela de la arquitectura racionalista», indica Covadonga Carrasco López.
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Sí modificaron casi por completo la distribución interior, aunque conservando algunos valores de este tipo de construcción como la altura de los techos y elementos ornamentales. También, conforme a la normativa actual, aumentaron de cuatro a seis plantas la altura del edificio. «Los pisos del primero al cuarto están distribuidos en dos habitaciones. El quinto y el sexto constituyen un dúplex de dos habitaciones más despacho». Esta doble altura añadida se hizo instalando módulos prefabricados, retranqueándola casi dos metros de la fachada principal de la posterior. El resultado, según explican los arquitectos, es que el dúplex tenga dos terradas, una orientada al sur y comunicada con la zona de cocina y comedor y, la otra, mirando al mar, «con unas vistas impresionantes y desde donde se puede ver la Ciudad Vieja», comenta Covadonga.
Confirman que la rehabilitación no fue sencilla: «Es muy caro rehabilitar, tanto como construir desde cero. No hay mano de obra, el material es muy caro y, además, es un proceso administrativo largo». De todas formas, el mayor escollo con el que se encontraron fue la estructura: «Quisimos mantener los forjados originales, que eran de ladrillo con una capa fina de hormigón entre varillas metálicas. La sorpresa fue encontrarnos con que algunos estaban deformados y hubo que reforzar con vigas metálicas, instalar un buen aislamiento acústico con falso techo y lana de roca. Además, había que tener en cuenta que encima de esas primeras cuatro plantas íbamos a montar otras dos nuevas para aumentar la altura del edificio».
Dado que fue necesario instalar un ascensor, el antiguo bajo comercial quedó dividido en dos. En uno de ellos ya ha vuelto a abrir sus puertas la joyería García, tras un año cerrada, y el otro está disponible para alquiler.
Belén García Torres, responsable de la joyería García: «Fue duro cerrar un año, pero mi negocio destaca más»
La joyería García lleva abierta en la avenida de Oza (antigua General Sanjurjo) desde el año 1960. Primero lo hizo en el número 8, en un local que hacía esquina y donde actualmente hay una tienda de comestibles y productos delicatesen. Pero en el 2015 se mudaron a otro situado en el número 20. Debido a las obras de rehabilitación del edificio, Belén García Torres tuvo que cerrar la joyería durante un año. Ahora cree que ha sido un acierto aguantar el tirón y apostar por la misma ubicación.
_¿Por qué decidió no mudarse de ubicación y asumir el riesgo de cerrar durante todo un año?
_ Yo tomé el relevo del negocio familiar en el año 2006 y estamos en esta nueva ubicación desde el 2015. Fue duro cerrar, pero el edificio necesitaba la reforma. Tuve mis dudas al principio y pensé en cambiarme de local, pero ahora veo que el esfuerzo mereció la pena. La tienda ha quedado un poco más pequeña porque tuvieron que instalar un ascensor. Pero la parte positiva es que el edifico ha quedado precioso. La gente se va a fijar en él y, por lo tanto, también en la joyería. Mi negocio ahora destaca más. No es lo mismo tener un negocio en un edificio que se está cayendo a trozos que en un inmueble renovado. Al final, este parón de un año me ha venido bien para reabrir con otro estilo de joyería más diferente, más arriesgada.
—Hay mucha vivienda nueva y restauraciones en marcha. ¿Cree que Cuatro Caminos se está poniendo de moda?
—Esta es una zona que estaba muy envejecida. Desde hace un tiempo ves mucha gente nueva, sobre todo jóvenes, y con mayor poder adquisitivo. Al menos es lo que aprecio yo entre los clientes. Ayudó mucho a este cambio la urbanización de la plaza de Tabacos y los juzgados. Esos fueron los detonantes para revitalizar la zona.
—Es casi el nuevo centro.
—Han abierto nuevos negocios, con una estética y una oferta más moderna. De hecho se nota que hay más vida en la calle, en las terrazas.
—¿Y la peatonalización de Alcalde Marchesi?
—Es incómoda para pasear porque hay muchos obstáculos, pero creo que los comerciantes están contentos. Creo que le vino bien a la calle, pero hay que seguir controlando los problemas de seguridad.
—¿Cómo son los nuevos clientes que entran a su tienda?
—Mantengo a los de toda la vida, pero entra gente más joven. Sí, se nota un cambio en el barrio.
—¿Qué les gusta?
—Vuelven a estar de moda las cosas de los 80: pendientes grandes, las perlas, el oro, las sortijas con rosetas tipo Lady Di, con piedras de colores...
—Ósea, nada de minimalismo.
—La época minimalista ya pasó. Vuelve un poco la ostentación, pero adaptado a los gustos actuales. Es algo cíclico. Aunque las piezas ya no son tan fuertes, tan macizas, porque el oro está carísimo. Son propuestas más sencillas.