Luisa Candal: «Nuestras bolsas triunfan en el Prado, el Thyssen y en muchos museos»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

CULLEREDO

Luisa Candal, directora de arte y socia fundadora de Bran Serigrafic.
Luisa Candal, directora de arte y socia fundadora de Bran Serigrafic. CESAR QUIAN

Sus telas artísticas están en las tiendas de las principales pinacotecas españolas

22 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Tres grandes ‘pulpos’ de serigrafía, con más de diez tentáculos cada uno, ocupan el centro de esta nave industrial en Almeiras (Culleredo). Son las máquinas de Bran Serigrafic, cuya directora, Luisa Candal (Londres, 1963), nos recibe rodeada de bolsas, neceseres y camisetas con serigrafías que recrean las pinturas de Fra Angelico, Velázquez, el Bosco y Goya con una minuciosidad y un respeto impresionantes. Un archivador con «Museo Thyssen» en letras mayúsculas completa la estampa. Aquí huele a pasión por el arte y la moda, pero también a la delicadeza del saber artesano.

—¿A qué se dedican?

—Hacemos serigrafía textil para el sector de la moda y, ahora, sobre todo, para el mundo del arte: camisetas, bolsas de tela, neceseres, sudaderas, delantales, paños de cocina y telas de todo tipo para el Thyssen, el Prado y muchos museos de España. Hasta fundas de cojín y guantes de cocina hacemos.

—¿Los productos que crean aquí son los que se venden en las tiendas de los museos?

—Así es. Y llevan el nombre de A Coruña en la etiqueta, lo cual me enorgullece. Trabajamos para la catedral de Santiago, el Museo de Altamira, el Alcázar de Sevilla, el Palacio de Liria, el Palacio Real y museos de Italia y Portugal, entre otros. También somos uno de los primeros proveedores de Inditex. ¡Eso ya es un máster en conocimiento!

—Oiga, ¿la serigrafía es un arte?

—Totalmente. Nosotros somos artistas y artesanos. Yo estudié Bellas Artes (pintura) y mi socio Juan [Pérez] es artista serígrafo.

—¿Cómo fueron los inicios?

—Venimos del mundo de la moda. Trabajábamos con todo tipo de técnicas y acabados, pero con la crisis del 2008 nuestros clientes se deslocalizaron y lo perdimos todo. Muchos cerraron. Teníamos una hoja de ruta y, de repente, íbamos a la deriva.

—Dijeron, diversificarse o morir.

—Sí, fuimos encontrando el camino. De la moda casi no quedó nadie, pero la creatividad nos ayudó a salir adelante.

—¿El arte les condujo al éxito?

—Me dediqué a recorrer las catedrales y museos de España buscando clientes nuevos.

—¿Recuerda el primer trabajo que le encargaron?

—Fue el Museo del Prado. Querían una trama en oro a partir de una obra de Fra Angelico, La Anunciación, que era algo técnicamente muy complejo y no lo conseguían. Tenían idea de que había una empresa en A Coruña que serigrafiaba bien. Les llamé, me recibieron enseguida y a los dos días les devolví el trabajo hecho como ellos querían.

—Con esa trama en oro.

—Sí, es esta. Les gustó y eso nos abrió las puertas. Aquello era una camiseta pero, a partir de ahí, empezamos a hacer bolsas de lona tintadas a pantone y serigrafiando las tramas de la imagen sobre las tramas del textil, que es algo técnicamente más difícil. ¡Fue el ángel Fra Angélico [sonríe]! Nos dicen que nuestros productos se venden muy bien porque cuidamos todos los detalles.

—Cuando todo se ha vuelto digital, ustedes decidieron mantenerse en la serigrafía. ¿Por qué?

—La impresión digital está hecha por una máquina. La serigrafía, en cambio, es conocimiento, una técnica artística y artesanal.

Perder ese conocimiento nos parecía triste. Entendimos que había que atesorarlo y mantenerlo.

—¿Cuál es la diferencia?

—Puedes hacer acabados especiales o ajustar el color, además de la durabilidad e infinidad de aspectos que el digital no logra.

—Pues dieron en el clavo.

—En el contexto del arte se valora mucho más la serigrafía, pero es un trabajo muy complicado y la gente no está dispuesta a meterle tanto tiempo. Una tela nuestra puede llevarnos unas 20 horas. Los museos sí lo valoran porque lo consideran arte.

Una auténtica amante del arte: Luisa Candal supervisa con suma delicadeza y minuciosidad todos los proyectos que salen de su empresa, Bran Serigrafic, dedicada a la creación de textiles impresos con métodos tradicionales.

 «Es un orgullo darle al arte la dignidad que se merece»

La próxima vez que visite la tienda oficial de un museo, fíjese en la etiqueta del producto que va a comprar. Seguro que lleva la firma de Bran Serigrafic. Hablamos con su directora, Luisa Candal.

—¿Esto cómo le hace sentir?

—Es un orgullo trabajar para los museos y comunicar el arte con la dignidad que se merece. Si estamos serigrafiando un Velázquez, hacerlo de la forma más respetuosa posible.

—Se han convertido en un referente en el arte y la moda pero, ¿cuándo empezó todo?

—Fundamos la empresa en 1998. Llevamos 26 años, pero tenemos experiencia desde mucho antes, porque Juan Pérez [su marido y socio fundador], tenía otro taller.

—¿Qué los motivó para especializarse en la serigrafía textil?

—La serigrafía es nuestra pasión. Él es arquitecto técnico y yo estudié Bellas Artes en Inglaterra. A los 19 años me fui a trabajar allí. Soy hija de emigrantes y tuve la oportunidad de ir. Empecé como au pair, aprendí el idioma y saqué la carrera. Lo nuestro es un modelo de taller artesanal que creció. La artesanía siempre se ve como algo pequeño, pero nosotros somos un ejemplo de lo que puede llegar a ser un artesano. Supimos industrializarnos sin perder el carácter artesanal y artístico.

—Tras la crisis del 2008, lograron reinventarse y ahora han apostado por la innovación.

—Sí, tenemos una patente propia, el panel, un producto táctil que parece cartón, pero es textil cien por cien.

—Son una pyme haciendo I+D.

—Interesante, ¿verdad? Antes el soporte era una camiseta que venía de Asia. Con esto cerramos el ciclo. Lo producimos todo aquí. Nuestro panel lo fabricamos íntegramente en Bran mediante la reutilización de tejidos, serigrafiando obras de arte o diseños propios con métodos artesanales y acabados especiales.