Dubra Rodríguez: «Desde lo alto de un molino de viento los coches parecen hormiguitas»

Loreto Silvoso
loreto silvoso A CORUÑA / LA VOZ

ELLAS

Después de hacer COU en Estados Unidos quería ser traductora, pero acabó estudiando ingeniería

07 jul 2021 . Actualizado a las 13:47 h.

La ingeniera Dubra Rodríguez (A Coruña, 1973) transmite una enorme seguridad en sí misma. Quizás eso es lo que la ha llevado a lo más alto en su profesión. Tanto, como la cima de los molinos de viento cuya seguridad se encarga de validar.

-¿Se mueve más entre máquinas o entre papeles?

-Mi día a día se desarrolla más entre papeles que entre máquinas. La mayor parte del tiempo trabajo en oficina con maquetas, pero llega un momento en que tengo que comprobar que lo que digo es cierto. Entonces es cuando visito las máquinas.

-¿Cuáles le toca revisar?

-Los molinos de viento.

-¿A qué altura se sube?

-Pues me enfundo el casco, las botas, el arnés y me subo a molinos de 90 metros de altura.

-¿Qué se siente en el interior de un mastodonte así?

-Dentro de la góndola no tienes consciencia de la altura a la que estás. A no ser que salgas a la capota o mires por las rejillas.

-¿Qué se ve desde lo alto?

-Pues, si logras mirar hacia abajo sin morirte de miedo, desde lo alto de un molino de viento los coches parecen hormiguitas. Y las vistas son flipantes.

-¿El viento es un problema?

-Te limita, claro. No puedes subir con más de 20 metros por segundo. Está todo muy medido.

-¿Qué le dicen en casa?

-¡Que tengo muchas narices! [risas]. ¡Y que ellos ahí no se subían! Pero es el trabajo que tengo y, además, me gusta mucho.

-Tiene una especialización muy difícil de encontrar entre los ingenieros.

-Es que ni siquiera yo sabía que existía esto cuando empecé. Es una especialidad muy escasa.

-¿Su trabajo consiste en revisar la seguridad del diseño de las máquinas antes de lanzarlas al mercado?

-Eso es. Trabajo en la seguridad del diseño o safety engineer. Se trata de evaluar el riesgo que podría generar el diseño de una máquina para un trabajador.

-¿Cómo lo descubrió?

-Cuando regresé de cursar COU en los Estados Unidos, quería hacer Traducción en Granada y acabé estudiando Ingeniería en Ferrol. ¡Así que fíjese, los bandazos que he dado! Me lo planteé cuando acabé la carrera de Ingeniería Industrial en la Politécnica de Ferrol.

-¿Fue en ese momento cuando el cerebro le hizo clic?

-Sí. Hubo un momento en que me vi mayor. Mujer, con treinta años, sin marido, sin hijos... «A ver quién me contrata», me dije. Tenía que hacer algo distinto y me apunté en el triple máster de Calidad, Medio Ambiente y Prevención de Riesgos Laborales.

-Optó por la especialización.

-Para presentarme a las entrevistas de trabajo con algo distinto. Tengo un nivel muy alto de inglés porque viví un año en el extranjero (cursó COU en EE.UU.), pero somos muchos ingenieros eléctricos en el mundo.

-¿Cómo entró en Gamesa?

-Pedían un ingeniero eléctrico mecánico que tuviera inglés y prevención de riesgos laborales.

-Encajó usted como un guante.

-En el año 2015 me propusieron empezar como revisora de tareas de mantenimiento de aerogenerador. Entré en el departamento de safety y me fui metiendo más en este sector.

-Se define a sí misma como una «ingeniera abogada».

-Eso es por la cantidad de normativa europea que está asociada a sacar un diseño seguro.

 

«En una entrevista laboral me dijeron si quería ser madre. Y les contesté: ¡A ti qué te importa!»

Puede presumir el Colexio Oficial de Enxeñeiros Técnicos Industriais de A Coruña (Coeticor) de tener asociadas como Dubra Rodríguez, con un perfil poco común entre ingenieros y mujeres.

-¿Rodeada de pocas mujeres?

-En mi equipo de trabajo de on shore, que somos seis personas, soy la única mujer. Y en mi vida laboral he visto pocas mujeres. A ellas les digo que adelante. No nos dejemos amilanar porque una carrera nos parezca masculina o femenina.

-¿Cómo solucionamos el tema de la conciliación?

-A mí me han preguntado en las entrevistas de trabajo si pienso ser madre o qué plan vital tengo.

-¿Cómo se responde a eso?

-Una vez me salió contestar: «¡A ti que te importa!» y me fui de allí sabiendo que no me iban a dar el puesto de trabajo, claro.

-Le salió del alma.

-Pero hay que intentar zafar de otra forma. No conozco a ningún hombre al que le hayan preguntado eso. A lo mejor ahora, como tenemos igualados los permisos de maternidad y paternidad, es distinto.

-¿Un consejo para los que están decidiendo ahora qué estudiar?

-Que piensen en qué les gustaría trabajar y después qué tendrían que hacer para llegar a ello. A veces, nos obcecamos con una carrera, pero no es nuestro trabajo idóneo. Se lo digo a mi hijo. Piensa qué quieres acabar siendo y ya veremos el camino que tienes que recorrer para ello.

-¿Qué quería ser de pequeña?

-Teníamos una mercería justo enfrente de casa (en una paralela a Juan Flórez) y yo quería ser tendera. Me acuerdo todavía de Maite, la mercera.

-Usted quería ser como ella.

-Sí. A mí eso de estar viendo a la gente y hablando con todo el mundo, me encantaba.

Quién es ella: Coruñesa del 73, Dubra Rodríguez se formó en las aulas de un instituto con tanta historia como el Eusebio da Guarda. Para ella fue definitivo el curso de COU, puesto que lo realizó en Estados Unidos. Mientras, se fue sacando la selectividad en España por la Universidad a Distancia. Eso le aportó toda una gran experiencia vital y el idioma.