Eva Cabanelas: «Yo ya explicaba las PCR tres años antes de la pandemia»

«Rosalind Franklin fue la primera en fotografiar el ADN, pero el Nobel se lo dieron a sus compañeros Watson y Crick», afirma Eva Cabanelas (Ourense, 1988). Decidida a despertar la vocación científica de sus alumnas, esta profesora del Maristas Cristo Rey de A Coruña propuso al colegio participar en el concurso Wisibilízalas de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

—¿Qué se trata de visibilizar?

—La labor de las mujeres que se dedican a la ciencia y a la tecnología en el propio entorno del alumnado, para que tengan referentes STEM (acrónimo en inglés para las áreas de conocimiento de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) femeninas cercanas.

—Porque, claro, conocemos a Marie Curie, pero no tanto a las físicas de nuestro alrededor.

—Eso es. Este proyecto trata de poner el foco en las mujeres que rodean a nuestras estudiantes y que son ingenieras y médicas. Hablamos mucho de las grandes figuras, pero quedan más lejanas.

—Así que se rebuscaron entre familia y amigos.

—Exacto. Las alumnas que se apuntaron al Wisibilízate se pusieron a buscar en su entorno y encontraron a tres ingenieras, dos médicas y una enfermera para entrevistarlas.

—¿Costó encontrarlas?

—Algunas no tenían ninguna referente STEM cerca. Otras sí.

—¿Qué aprendizaje sacaron?

—Pues cómo es su día a día, porque con la ingeniería no lo tenían tan claro. Todas coincidieron en que les resultó muy inspirador. Están muy ilusionadas y yo muy orgullosa de ellas.

—¿Por qué lo puso en marcha?

—Muchas vocaciones científicas se frustran a estas edades. Todavía hay numerosos prejuicios, sobre todo entre las niñas, frente a las carreras de ciencias.

—¿Qué tipo de prejuicios?

—Creen que son carreras muy difíciles o que van a estar solas en clase, porque todavía son estudios muy masculinizados. El objetivo es que conozcan testimonios de primera mano de otras mujeres y animarlas a que sigan ese camino.

—¿Esta edad es clave?

—Sí. Los estudios dicen que estos prejuicios empiezan a aparecer a los siete u ocho años; que las niñas ven truncada esa aspiración porque creen que no pueden lograrlo. Por eso es importante que hagamos esta labor en estos niveles preuniversitarios. A la universidad ya llegan decididas. Es en la secundaria cuando podemos inspirarlas.

—¿Despertó alguna vocación?

—Espero que sí, pero con esto trato de convencerlas de que pueden lograr lo que se propongan. Al menos despertarles el interés por la ciencia.

—Usted lo tuvo claro siempre.

—Totalmente. Hice el doctorado en Veterinaria y después participé en el concurso FameLab de monólogos científicos. Ahí yo ya explicaba las PCR, que después se pusieron de actualidad con el covid, nuevamente.

—Fue una precursora.

—Pues esto fue en el 2017, tres años antes de la pandemia. En mi tesis realicé PCR a diario durante un año y decidí explicarlo.

—Le gusta la divulgación.

—Ahí me di cuenta de la importancia de transmitir la ciencia al público en general. Empecé por explicar a mi familia qué hacía.

—A veces cuesta traducirles, eh.

—Pero ya se va perdiendo esa figura del científico encerrado en su torre de marfil. Cada vez los laboratorios se están acercando más a la sociedad.

—¿Hace falta cambiar el lenguaje?

—Sí, que sea sencillo. Yo en mi monólogo ya explicaba las PCR como si fueran una receta de cocina. Si todo el mundo sabe hacer un bizcocho, todos pueden entender cómo se hace una PCR en un laboratorio.

—¿No es compleja su especialidad, la parasitología veterinaria?

—A veces doy charlas en las que hablo de los piojos, pulgas y garrapatas y voy por los colegios con unos peluches explicándole a los niños las diferencias.

—¡La profe de Ciencias mola!

—Realmente estoy empezando, como cuento en mi blog Demayorquierosercientífica. Solo llevo cuatro años dando clase, pero pasé de la investigación a la docencia con la visión romántica de marcar vocaciones científicas.

—Pues ojalá despierte muchas.

 

«Cuando tenía seis años, mi gatita se cayó por la ventana, el veterinario la salvó y eso me marcó»

Eva Cabanelas es doctora en Veterinaria, profesora de Biología, Geología, Física y Química en educación secundaria y divulgadora científica. Ha sido semifinalista del concurso de monólogos científicos Famelab España en el 2017 y ganadora del concurso de nanocharlas BCNspiracy en el año 2020. Apasionada de la innovación educativa y comprometida con la enseñanza de las ciencias con perspectiva de género, combina su labor docente con la impartición de charlas y talleres en colegios e institutos. Es colaboradora de XuvenCiencia, un campamento científico para estudiantes de secundaria en el campus de Lugo y de la plataforma educativa Recursos para clase.

—¿Qué es una nanocharla?

—Se trata de dar un mensaje científico en un corto espacio de tiempo, para que la atención no decaiga. Es una charla de dos minutos con estructura circular. Es decir, vas muy al grano.

—Es que a veces sueltan unas chapas ustedes, la verdad...

—[Risas] Pues yo gané ese concurso con una nanocharla titulada No te rasques que es peor, en la que explico el ciclo de vida de los piojos.

—¿Confirmamos que no los espolvorea un helicóptero en la puerta de los colegios?

—Efectivamente, ja, ja... Hay muchos falsos mitos sobre el tema.

—¿Cómo se despertó su vocación científica?

—Cuando tenía seis años, mi gatita se cayó por la ventana. El veterinario le salvó la vida y eso me marcó. Decidí estudiar Veterinaria, pero me di cuenta de que había muchas posibilidades más allá de la clínica de animales.

—Y reorientó su carrera.

—Me gusta mucho la docencia. Este es mi primer año en los Maristas de A Coruña y estoy feliz.

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