María José López, presidenta de las Amas de Casa de Miño: «La solidaridad es parte del ADN de nuestra asociación»

MIÑO

María José Lopez (a la derecha y de pie) junto al resto de las socias de las Amas de Casa de Miño
María José Lopez (a la derecha y de pie) junto al resto de las socias de las Amas de Casa de Miño ANGEL MANSO

Con las manzanas que recogen cada año en el pazo de Mariñán elaboran mermelada y compota para la Cocina Económica

07 oct 2025 . Actualizado a las 12:14 h.

 María José López González (Vilarmaior, 1955) lleva siendo parte activa de la Asociación de Amas de Casa de Miño desde sus inicios allá por 1991. De vocal pasó a tesorera, vicepresidenta y lleva años al frente de una entidad en la que todas sus socias forman una gran familia.

—Llevan una década yendo al pazo de Mariñán a recoger manzanas y este año tampoco han faltado a la cita.

—Fuimos un grupo de casi veinte personas. Además de las socias, vinieron algunos familiares a echarnos una mano. Y también el alcalde y un concejal, que se llevaron todas las manzanas que recogimos en un remolque.

—¿Hizo falta un remolque? ¿Tantas recogieron?

—Muchísimas. Yo calculo que 500 kilos o más. Iban los sacos y los capazos llenos. Y después hubo que subir todo hasta el local a mano, acomodar la fruta, preparar las mesas, los tarros… Fue mucho trabajo.

—Y ahora están convirtiendo todo eso en compota y mermelada.

—¡Y a ver si acabamos de una vez! [Ríe]. Llevamos una semana sin parar y debemos de tener cerca de 400 botes preparados, pero falta mucho por hacer. Esto es como una fábrica. Trabajamos en cadena. Unas pelan, otras van hirviendo los tarros, otras en cocina, otras envasan… y todavía falta poner todo bonito. Nos gusta que luzca el trabajo.

—Un trabajo que tiene una parte solidaria.

—Los botes son para la Cocina Económica, llevamos años colaborando con ellos y eso nos llena de orgullo. Ellos están encantados y nosotras también. Gadis colabora con nosotras facilitándonos el resto de ingredientes y cuando sobra algo de dinero, compramos alimentos no perecederos para que se los lleven. La solidaridad es parte del ADN de nuestra asociación.

—¿Y la receta se puede saber o es secreta?

—¡Qué va a ser! Es la receta de toda la vida. Manzanas, azúcar, canela, un poquito de vainilla y limón, que ayuda a conservar. Y se pone todo a cocer hasta tener la textura que buscamos.

—A pesar de todo el trabajo, habrá también mucha satisfacción, ¿no?

—¡Pues sí! Date cuenta de que todas tenemos más de 65. A unas les duele la rodilla, a otras la mano, el hombro… Yo me operé hace cuatro meses de la columna y aquí estoy, trabajando con corsé. Pero ni te imaginas las risas que nos echamos. Las carcajadas resuenan en la calle. Estamos cansadas, pero nos lo pasamos bien. Somos una gran familia.

—¿Hay relevo generacional?

—La juventud ya no se anima a asociarse. Yo estaría encantada de dejarlo, pero nadie quiere quedarse al frente. Y tengo un problema porque soy terca. Si me comprometo a algo, no lo dejo a medias, pero me encantaría que las jóvenes se animasen y cogiesen el testigo. Pero bueno, tocará aguantar unos añitos más.

—¿Qué más actividades hacen?

—Manualidades, pintura, restauración, tardes de costura… Nos ayudamos unas a otras. Tenemos una socia que hace bordado canario y nos está enseñando. Y también hay charlas. Van a venir a darnos una de comercio electrónico, para que lo hagamos con seguridad. Pero a mí eso de comprar así…

—Y hacen excursiones.

—¡Esas sí que tienen demanda! En total, somos unas 80 socias, pero las que estamos de manera mas activa seremos unas 20. Hicimos un viaje a Vilanova, a Portugal, e iba el coche lleno. Y estamos esperando a que abra la nueva exposición de la Fundación Marta Ortega ahí en A Coruña, que no nos la queremos perder.