
Decenas de artesanos participaron en la última edición que se clausuró este domingo batiendo récord de ventas
25 abr 2025 . Actualizado a las 18:40 h.Una vez más, esta original y auténtica feria de artesanía tradicional marcó el ritmo de estos días de agosto en el Parque Luis Seoane, que abría el miércoles con la hierba literalmente llena de joyas de barro. Ayer echó el cierre con el género bastante disminuido.
Fueron productos de múltiples tamaños, precios y funciones, desde las más operativas en la cocina de hoy, como giratortillas, ensaladeras, tazas, o jarras, hasta las más decorativas, pasando por piezas realmente suntuosas, otras más creativas y otras genuinamente primitivas, que se adquirían por puro coleccionismo.
Se hace imposible conocer el número de piezas vendidas durante los cinco días, pero sin duda se cuentan a raudales, lo que supone para el sector artesano un importante activo económico, toda vez que acuden a Oleiros por invitación del Ayuntamiento. Es la manera que hace 30 años inventó Oleiros para contribuir al mantenimiento de los talleres tradicionales del barro en una época en que el desarrollo de otros materiales los relegó de ser protagonistas a convertirse en residuales en los hogares de todo el país.
Alfaroleiros respondió un año más igualmente a su función socioeconómica y turística, al convertir Santa Cruz en visita habitual para muchas personas que disfrutan de la artesanía, pero también del paisaje, la gastronomía y los hospedajes del entorno.
La feria fue convirtiéndose en una de las principales convocatorias de este tipo que se celebran en España, en la que los propios artesanos venden directamente sus productos al numeroso público que pasea por el puerto de Santa Cruz.
También la programación paralela fue un éxito, desde los eventos musicales del escenario de la plaza de Esther Pita hasta los que tuvieron lugar en el propio recinto de la feria.