«El velo de magia que envuelve Galicia cambia hasta las sombras»

CULTURA

Candidata al Nobel de Literatura, el Ministerio de Cultura le entregará mañana en Ferrol, en el decimonónico teatro Jofre, el Premio Nacional de las Letras Españolas

28 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Confiesa Ana María Matute (Barcelona, 1926) que el mal tiempo que estos días hace en la ciudad en la que nació y en la que sigue viviendo no la importuna en exceso. Y dice, sí, que en Cataluña hace ahora «mucho frío, mucho frío...». Pero lo cuenta, con esa voz suya bordada a menudo de humor y siempre de inteligencia -con esa manera de hablar que es igual que un regalo-, como restándole importancia a lo que sucede más allá de la ventana. Sin otro afán que confirmar la veracidad de las apreciaciones del termómetro. «¡A mí el mal tiempo no me importa....! -dice ella-. Miro a través de la ventana, veo que está lloviendo, que hay nubes en el cielo, y no me molesta. Lo que de verdad me molesta a mí es el sol de los veranos. ¡Ese sol que brilla implacablemente...!».

-¿Qué es hoy la literatura para usted?

-La literatura es toda mi vida. Algo que ya no puedo separar de mí. Una manera de estar en el mundo.

-¿Ha imaginado alguna vez cómo hubiese sido su vida si la literatura no hubiese llegado tan tempranamente a ella para quedarse siempre...?

-No, no lo he imaginado nunca. Ni siquiera podría imaginarlo.

-Le han concedido el Premio Nacional de las Letras Españolas en homenaje a una vida entera de creación, a todos esos libros suyos. A tanta generosidad y talento. ¿Que siente?

-Yo ya he dicho alguna vez que cuando te conceden premios de joven te resulta muy útil. En mi caso, el Nadal me dio a conocer. Pero que también a esta edad mía, aunque ya sea todo otra cuestión diferente, es muy de agradecer que te premien. Porque significa que alguien reconoce tu trabajo. Me han dado una alegría muy grande con este premio.

-Y en el Nobel, ¿piensa alguna vez?

-¡Noooooo...!

-¿Y eso?

-Porque el académico sueco que más interesado estaba en dármelo ya se ha muerto. Estuve ahí propuesta, mucho tiempo, pero pienso que no me lo darán. A mí, además, no me falta ningún premio. Me alegran... pero no los espero.

-Soñar, ¿ya no vale la pena?

-Sí, sí vale la pena. Soñar es muy importante. Casi no hay literatura sin sueño. Y hasta en la memoria hay algo de reproducción del sueño.

-¿Comparte la creencia de que la literatura es la escritura que se alimenta esencialmente de la ficción? ¿Cree también usted que la escritura de naturaleza poética no puede llamarse propiamente literaria, puesto que persigue otra forma de verdad distinta, una realidad diferente?

-No, yo no estoy entre quienes creen eso. Para mí, la poesía es la máxima expresión de lo literario. ¡Pero jamás he escrito poesía...! No sería capaz de hacerlo.

-Usted conoce muy bien Ferrol, la ciudad del teatro Jofre donde mañana se entrega su premio.

-La conozco muy bien, sí. Me gusta mucho la ciudad, me gusta mucho toda su gente. Y me gusta mucho además poder tener el mar tan cerca. Estar cerca del mar siempre es muy importante para mí.

-En Barcelona, sin duda la ciudad de su vida, ante otro mar, ha escrito la mayoría de sus grandes libros.

-Los he escrito en Barcelona, sí. La mayoría. En mi casa. En mi cuarto. A solas. Yo no podría escribir en los cafés, desde luego. Hay mucha gente que lo hace, pero yo sería incapaz. Y tampoco podría escribir dictando.

-Como dictaba su amigo Gonzalo Torrente Ballester, que a menudo se dirigía a un magnetofón...

-Sí, él dictaba, para escribir. Pero yo no podría hacerlo de ninguna manera.

-En tiempos en los que, para la literatura, el realismo más árido era casi una religión, usted remó contra la corriente.

-Sí, sí remé contra la corriente. ¡Lo recuerdo muy bien...!

-¿Qué sensación le produce ahora que sus lectores la reconozcan por la calle, que le hablen...? ¿Le molesta?

-¡No...! ¡Cómo me va molestar que la gente me reconozca y se acerque...! Es bonito que te hablen los que te leen.

-¿Echaba de menos Galicia?

-Sí. Yo soy una gallega vocacional [ríe Ana María Matute]. El velo de magia que envuelve Galicia cambia hasta las sombras. Y a mí me gusta estar donde todo sucede a través de la niebla.