El polémico cineasta, azote del ex presidente Bush, estrena en España «Sicko», una película documental muy crítica con el funcionamiento del sistema sanitario estadounidense
30 abr 2009 . Actualizado a las 18:56 h.Michael Moore, el azote de la Administración Bush, vuelve a la carga. Se simpatice o no con este cineasta-activista, una cosa es innegable: sus trabajos constituyen un contrapeso muy incómodo para el sistema político de su país. Ahora regresa a la gran pantalla con su nuevo trabajo, Sicko, un documental en el que no deja muy bien parado el sistema sanitario estadounidense después de compararlo con el funcionamiento del canadiense, el inglés, el francés o el cubano. En él quedan al descubierto algunas de las trampas de la sanidad estadounidense al mostrar cómo a varias personas se les niega la atención que necesitan porque su seguro de salud contenía cláusulas que desconocían.
-Cuando empezó a elaborar este documental, ¿se imaginó lo que le iba a costar estrenarlo?
-La Administración Bush me envió un certificado diez días antes del Festival de Cannes informándome de que existía una investigación criminal contra mí porque había llevado a Cuba a un grupo de trabajadores del 11-S que no estaban recibiendo cuidado sanitario por enfermedades que desarrollaron en la zona cero. Mi documental es un trabajo periodístico, no he infringido ninguna ley. El intento de la Administración Bush de utilizar las Agencias Federales ha sido una estrategia constante. Nuestros abogados han tenido que defender la película, protegerla, y siempre guardé una copia en Canadá por si confiscaban la cinta original. En Estados Unidos hemos tenido que enfrentarnos a situaciones absurdas desde que llegó Bush al poder.
-¿Cree que el documental ayudará a cambiar algo el sistema de salud pública norteamericano?
-Yo, cuando hago mi trabajo, es porque confío en que algo puede cambiar. Tengo confianza en los norteamericanos, que cuando están hartos muestran sus sentimientos. Son capaces de movilizarse sin necesidad de campañas de publicidad, anuncios o dinero.
-¿Por qué tanta gente le llama mentiroso?
-Enséñame la lista de quienes me llaman mentiroso. Si me hubiera preguntado usted eso hace tres años lo hubiera entendido, pero ahora el país entero está de acuerdo conmigo. Se ha terminado la era Bush. Ahora formo parte de la gran mayoría, ya no soy un paria. Se dieron cuenta de que Farhenheit 9/11 no era una mentira, ni Bowling For Columbine. Sé que no gusto a los federales, pero siempre he creído en la libertad de opinión.
-¿Hasta qué punto considera sus documentales una sátira social o un trabajo periodístico?
-Me considero a mí mismo un sátiro y la sátira es una forma de periodismo. Trato de entretener al público y quiero que se respete que estoy haciendo un filme y no creando un nuevo movimiento político. No soy un predicador, soy un un director de cine, eso ante todo. Llevo al espectador a lugares que no ha visitado nunca, como la bahía de Guantánamo, y le ayudo a que vea otro perfil, por ejemplo y como hago en este último documental, de las instituciones médicas de Estados Unidos.
-En el documental, Europa y Canadá parecen tener un sistema de salud excelente, pero en la realidad todo el mundo se queja.
-Algo que me sorprendió de forma positiva es cómo los medios de Estados Unidos apoyan ahora la medicina socializada. Antes eso no era así y esa fue una gran pelea que hubo en nuestro país. Se apoyaba la práctica privada, los seguros médicos como funcionaban hasta ahora, pero ahora eso ha cambiado. Básicamente porque las compañías están arruinando la vida profesional de los médicos. En Europa podrán quejarse, pero tienen posibilidad de ir al médico hasta los más pobres, algo que nosotros no tenemos a menos que paguemos.
-El retrato que hace de Cuba parece que no gustó demasiado a los cubanos de Miami.
-La comunidad cubana en Miami empezó a acusarme de cosas sin haber visto la película, por eso les recomiendo que primero vayan a verla y que después hablen. Luego, espero que se alegren de ver cómo sus compatriotas tienen en la isla la mejor sanidad pública posible en un país pobre como Cuba. Y no lo dice Michael Moore en su reportaje, sino las principales organizaciones internacionales de salud.
-Su película apareció primero pirateada en Internet antes de estrenarse ¿Cómo pudo suceder eso?
-Fue un trabajo que hicieron desde dentro. Me pregunto a quién le interesaba destruir la película desde el principio y creo que sé quiénes fueron los culpables, pero no puedo acusar a nadie sin tener las pruebas.
-¿Pero quién cree que fue?
-No voy a conspirar una teoría, no soy policía. Pero lo que sé es que no fue alguien que entró en el cine con una cámara oculta.
-¿Qué papel juega Internet a la hora de vender sus películas?
-Si Internet no existiera no se habría hecho esta película. En mi página web puedo hablar y contar cada noche mis historias de horror sobre el funcionamiento de la sanidad pública en Estados Unidos. He creado una comunidad que me permite hablar directa y personalmente a la gente. Internet es increíble, es una democracia donde podemos unirnos, pelear, preguntar, organizarnos. En Internet hemos acabado con la burocracia, ya no hay mensajeros.