El cineasta norteamericano ha cumplido un sueño con el rodaje de «Malditos bastardos», una película ambientada en la Segunda Guerra Mundial que protagoniza Brad Pitt.
18 sep 2009 . Actualizado a las 11:54 h.Quentin Tarantino se pasó diez años escribiendo el guión de Malditos bastardos, su particular visión de la Segunda Guerra Mundial, que, tras presentarse en Cannes, se estrena en España. El cineasta norteamericano ha cumplido un sueño con este proyecto protagonizado por Brad Pitt. Es más, se siente «tremendamente orgulloso» de sus bastardos, tanto que considera que es su obra maestra. Fiel a su humor negro y a la violencia, el autor de Reservoir Dogs y Pulp Fiction -todo un taquillazo que sirvió de puente entre el cine independiente y el que manda en Hollywood- nació en Knoxville (Tennessee) hace 46 años y por sus venas corre sangre cherokee, irlandesa e italiana. Su madre tenía 16 años cuando tuvo al que hoy es un director de culto, quien la acompañó cuando se trasladó a Los Ángeles para conseguir su título de enfermera. De casa en casa, Tarantino pasó por muchos colegios, tuvo una infancia inestable y sin amigos y fue dependiente de un videoclub. El resto ya es historia.
-¿Contento con el resultado de la película?
-Malditos bastardos es la película más difícil que he hecho porque tuve que trabajar muy rápido, de forma acelerada. Necesitaba terminarla para llevarla a Cannes. Cuando los directores estamos en una situación tan privilegiada como la mía, que nos sonríe el éxito, vamos y nos complicamos la vida. Recuerdo que rodé Reservoir Dogs y Pulp Fiction en diez semanas, pero este filme es mucho más grande, necesitaba más energía y más tiempo para cada escena.
-¿Está obsesionado con el Festival de Cannes?
-Sí. Todos los directores deberíamos presentar nuestras películas en Cannes, al menos todos los realizadores de género, porque allí se convierten en género, desde John Cassavetes hasta Eric Rohmer. Y yo ya soy uno de ellos. Los espectadores que acuden a este certamen desempeñan un papel importantísimo en la carrera de cualquier director. El último ejemplo está en la nueva oleada de largometrajes de terror franceses que se vieron en Cannes y ahora todo el mundo los conoce.
-¿Se ha pasado una década implicado en «Malditos bastardo».
-La estuve cocinando y cada vez añadía más ingredientes. Tenía muchas ideas y el tiempo, muchas veces, va en contra. Yo quería hacerlo después de Jackie Brown, pero... Ha tenido tantas reescrituras... Ha sido como subir a una montaña y unas veces los bastardos eran protagonistas, otras antagonistas, otras villanos y otras héroes.
-De dónde le vienen las ideas para hacer una película?
-De las películas. Me gusta el cine, he crecido viendo filmes de todo tipo, pero el género me fascina, es lo que más me excita. Intento mezclar las cosas que me gustan con lo que he visto antes y con lo que no se ha hecho hasta ahora. No sé si esto tiene sentido, pero me gusta mostrar cosas con las que yo he disfrutado. Me gusta tanto ver películas como hacerlas, esa es una de las razones por las que soy director. No me molestaría que otras personas pudieran hacer mis filmes. Cuando estoy fuera de la vida pública veo cientos de películas. Para mí ver cine no es un trabajo, es una religión.
-¿Cuantas películas ve al día?
-Depende. Normalmente veo una, pero a veces llegó a ver tres.
-Se dice que cuando terminó este guión se lo envió a varios amigos directores para saber su opinión.
-Cuando acabé la historia me sentí tan feliz... Terminaba un proceso que había durado diez años. Abrí una botella de vino y llamé a varios amigos, entre otros a Robert Rodríguez, Paul Thomas Anderson, Rick Linklater, Edgar Wright, Eli Roth y Diablo Cody y les di una copia. Necesitaba saber qué les parecía la historia.
-Cuando escribe, ¿piensa en el presupuesto?
-Siempre. Si voy a contar una historia de ochenta o noventa millones de dólares, tengo que presentir que tiene potencial comercial para recuperar la inversión. En este caso estaba convencido de que iba a ser un éxito, aunque, claro, te asaltan las dudas y los miedos porque es fácil equivocarse en esta industria donde nada se puede predecir.
-¿Qué le atraía de la Segunda Guerra Mundial?
-Lo más interesante fue hacer lo que quería, enfrentarme a géneros y subgéneros. Cuando decidí que iba a ser sobre la Segunda Guerra Mundial, empecé a pensar en los personajes y a estudiar la época. Creo que si los nazis hubieran ganado hoy estaríamos en un planeta controlado, lleno de odio. En aquella época, la vida de los judíos no valía nada, pero la vida de los negros en América con el Ku Klux Klan, tampoco.
-Hollywood siempre está interesado en filmes sobre este conflicto bélico.
-No sé si hay un interés renovado o es que siempre hemos estado fascinados con esa guerra.
-Siempre se le critica por la violencia que hay en sus trabajos.
-La cámara se inventó para la acción y la violencia, dos estilos en los que el director puede y debe obligarse a dar el máximo de sí mismo. No quiero limpiar mis guiones por estar contando una historia de época, no voy a quitar humor ni a suprimir la violencia en una cinta sobre la guerra. Quiero hacer mi película a mi estilo y este puede gustar o no.
-¿Se considera un director emblemático?
-Soy un director de género. Ron Howard es americano, pero en mis películas siempre hay reminiscencias italianas, japonesas, francesas, alemanas, de Hong Kong. Yo me identifico con la audiencia de diferentes países, me inspiran creadores de todos los lugares del mundo.