Uno de los nubarrones que sobrevolaban la SGAE durante los tiempos de Teddy Bautista era la sospecha de que no existía una correspondencia exacta y biunívoca entre los euros recaudados por la sociedad en una peluquería de barrio y el cobro por parte del músico que sonaba en la radio precisamente mientras Pili hacía la permanente a la señora Engracia. No sabemos si los cuartos abonados por Pili llegaban en última instancia a la cuenta de Alejandro Sanz. Ni siquiera si Lady Gaga se compró con esa pasta sus célebres trapitos de chuletón de buey. La comisión investigadora aviva ahora nuestras ingenuas sospechas: en la caja de la SGAE hay 145 millones de euros recaudados en concepto de derechos de autor. La única pega, apunta la auditoría, es que los autores no están identificados. ¿Habrá que llamar al CSI? ¿Al de Miami o al de Las Vegas?