Debutó como tenor para Franco a los 23 años, en una cena de gala que celebraba el Ayuntamiento de A Coruña. Entre napolitanas, arias de ópera y zarzuela. «Me preguntaron que si fumaba. Les dije que no, pero su Excelencia me obsequió con una pitillera de plata. Creo que le regalaba una a todo el mundo», dice risueño Quique Paz, sentado en un gran sillón en la sala de música que tiene acomodada en su casa. Su maestro fue Alfredo Kraus. Tras escucharle en una audición privada le ofreció ser su mentor. Y sin pensárselo dos veces, allá se aventuró Quique, durante tres años, a recorrer Italia, donde forjaron una gran amistad. «El día que me compraba un vinilo no tenía para comer y los Kraus me invitaban a su mesa», revela. La estancia en el país transalpino dio tanto de sí que llegó a conocer a María Callas. No es tenor profesional, pero su afición y su potente voz le han llevado a interpretar obras maestras en teatros de Galicia y el resto de España. «Aparte de mi familia, mi voz es mi mejor tesoro. La cuido con gran cariño», dice. Ahora compatibiliza sus ensayos diarios con la docencia de clases de canto y conferencias: «Me hace mucha ilusión transmitir lo que he aprendido». Incluso grabó un cedé en el estudio de un amigo. «Lo he hecho para mi satisfacción personal. Me gustaría hacer un disco comercial pero las discográficas son prohibitivas».
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