La edición inicial sobre el poeta viveirense afincado en Vigo es de mil ejemplares, 150 de ellos numerados y firmados por el autor
18 ene 2013 . Actualizado a las 07:00 h.«Parece entonces como si yo y yo fuésemos dos personas que se persiguen mutuamente. Es en la evasión donde está el sentido de mi propia seguridad. ¡Oh eva! Évame malú, évame malú». Así comienza el poema Évame, de Carlos Oroza que, desde ahora también da título a la recopilación de la obra del poeta viveirense afincado en Vigo desde hace más de treinta años.
Xosé Luís Méndez Ferrín y el poeta catalán Pere Gimferrer, que asumieron la autoría del prólogo de la recopilación, acudieron a la presentación del libro, que acaba de publicar la Editorial Elvira, un nuevo proyecto bibliográfico capitaneado por Javier Romero y Nelson Villalobos. El acto tuvo lugar en el Centro Social Novacaixagalicia y convocó a numerosas personas interesadas en la obra de este poeta más proclive a la oralidad que a la letra impresa.
Por la cercanía del artista Villalobos con Oroza, hace más de un año que los responsables de la editorial le propusieron recopilar toda su obra. «Al principio no estaba muy por la labor, pero luego se ha entregado», explicó Javier Romero. «La edición no destaca solo por su calidad, se trata de hacer justicia a un autor que hasta ahora no la ha tenido. Hemos conseguido recopilar la mayor parte de su obra, mucha no publicada, poemas que recitaba pero nunca fueron editados, textos escritos a mano que han sido serigrafiados y recoge también dibujos hechos por Oroza y fotos cedidas por una persona que vivió con él», añadió el codirector de la editorial. La edición inicial es de mil ejemplares, 150 de los cuales van numerados y firmados por el autor en una carpeta con siete serigrafías.
El académico de la RAE Pere Gimferrer, por su parte, afirmó que Oroza es un caso único en la poesía y de los pocos autores que merecen ser llamados maestros dentro de la literatura española actual. Oroza, tras vivir días de gloria en el Madrid literario de los años sesenta y setenta, optó por recorrer sin descanso las calles de Vigo.
«Una vez me escupiste cenizas en los ojos. Y yo te dije. Sigue sigue sigue. Te me adelantas. Tengo miedo. Estás golpeando al mundo. Pero tu me das malú - malú - malú. Malú para llegar arriba. Oh eva - Evame - Eva - Évame si me transito», concluye el poema.