El coruñés estrena este fin de semana «La mula», donde encarna a un soldado del bando nacional en las postrimerías de la Guerra Civil
12 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Mario Casas (A Coruña, 1986) estrena este fin de semana La mula, donde encarna a un soldado del bando nacional en las postrimerías de la Guerra Civil, un hombre de pueblo con cerrado acento andaluz que solo trata de salvar a su bestia y empezar una nueva vida con su novia (María Valverde, pareja de Casas en la vida real). El filme ha estado inmerso en polémicas judiciales los últimos tres años desde que el director Michael Radford abandonó el plató cinco días antes de finalizar el rodaje. En los créditos el director figura como «Anónimo».
-¿Qué sabía de la Guerra Civil antes del rodaje?
-Lo que te enseñan en la escuela. Somos una familia muy pequeña y me fui muy joven de Galicia. No hemos tratado el tema en casa.
-¿Y ahora qué sabe?
-Que todas las guerras son iguales y las sufren los de siempre: el pueblo. La gente que no se lo merece es la que paga el pato, como está ocurriendo ahora mismo, que casi no tenemos ni voz ni voto. En la Guerra Civil mucha gente no sabía qué hacía en un bando o en otro, como el protagonista de La mula, que está con los nacionales porque es donde supuestamente menos mierda le iba a salpicar.
-Su personaje acaba como héroe franquista pese a no saber muy bien por qué está luchando.
-No lo sabe. Lo único que quiere es asegurar su futuro con una mujer, la tierra y la mula. Lo interesante del personaje es su inocencia, no entiende por qué la gente se mata entre sí. Poco a poco se va volviendo un poquito más sabio y comprende lo cara que es la libertad. Te mueve el hambre, no las ideas. Ahora mismo no hay una guerra, pero la gente intenta sobrevivir.
-Otra peli sobre la Guerra Civil...
-Esta es distinta. Habla de personas, no dice qué bandos son los buenos y los malos.
-¿Por qué ha tardado tanto en estrenarse?
-Es complicado... Problemas entre productores. Yo no quise enterarme. Michael se fue cuando quedaban cinco días de rodaje. Los actores cargamos la película a la espalda y luchamos por terminarla.
-Que abandone el director un rodaje debe ser aterrador para un actor.
-Cuando dijo que se iba pensé que era una broma, le pregunté si era el día de los inocentes. El lunes ya había otro director. No he querido saber todo lo que ha venido después, yo solo quería que la película se estrenara porque mis compañeros se lo merecen.
-¿Un coruñés de dónde saca ese acento jienense?
-Me fui a Andújar a conocer gente. Un chaval de 20 años me pidió una foto, y cuando lo escuché descubrí algo mágico en su manera de hablar. Te doy la foto, le dije, pero tú me lees el guion grabado. Pasé cinco días con la familia.
-«Grupo 7» y «La mula» marcan un antes y un después en su carrera. Ya no podrá decir que solo gana premios cuando vota la gente.
-Sigo pensando que la gente es lo más importante, la que te coloca y te quita. Siempre me he mantenido muy al margen del mundillo de los actores, prefiero estar en el campo con mi familia. No tengo muchos amigos en la profesión. Suena a tópico, pero tal como están las cosas lo único importante es trabajar. Los premios no te dan de comer. Yo no puedo luchar contra un José Sacristán o un Antonio de la Torre. Ellos se lo merecen, llevan toda la vida en el cine.
-Ha dicho que no a directores de renombre. Eso no lo pueden decir muchos actores en este país.
-Hay que seguir el corazón. Yo pongo en el mismo sitio del corazón a directores anónimos y a Álex de la Iglesia.