Tras unos años de incertidumbre que no de parón, el veterano Festival Reggae gallego se instala en el paseo marítimo de Xuvia, en Narón, y parece que por mucho tiempo. Una efímera ciudad en miniatura construida arededor de la música jamaicana en la que todo el mundo es bienvenido. Y gratis, por cierto
23 ago 2013 . Actualizado a las 17:12 h.Aunque pueda parecer extraño, hay eventos a los que el tiempo, en vez de asentar y darles fuerza, maltrata independientemente de sus méritos. Es el caso del Foundation Reggae Festival, que alcanza su decimotercera edición habiéndolo pasado mal en los dos últimos años pero con un presente y un futuro próximo que parecen asegurados. De las malas experiencias han salido reforzados los organizadores, la asociación cultural Negus, con un nuevo domicilio en el que se quedarán al menos tres años.
El origen de esta rara avis de los festivales gallegos está en el firme propósito de los organizadores de dar a conocer la música jamaicana. «De joven tenía que irme a Francia para poder ver en directo a grupos de reggae. Así que, cansados ya de tantos kilómetros, decidimos traerlos aquí», explica Óscar Méndez, de la asociación Negus. Los inicios nos fueron fáciles: «El primer año era imposible encontrar grupos por aquí. Afortunadamente, la cosa ha cambiado», cuenta el organizador, que celebra los buenos tiempos que parece estar viviendo una escena a priori minoritaria: «Será por las nuevas tecnologías, pero ahora todo el mundo conoce más de todo. Ahora hay tres o cuatro bandas de reggae y ska en cada ciudad gallega. También se debe a que el dance hall ha cogido al público del hip hop. Así que hay como un segundo auge».
Esto puede comprobarse en el cartel del festival de este año, con propuestas que van desde los ambientes festivos de los gallegos Skarallaos, Fanfarria Taquikardia y Skarnivals o los valencianos Skazofrenia, al nu reggae de Global Warning o las querencias dub de los ferrolanos Rebel Roots y las querencias hip hop de Goymamba (Madrid). El cartel lo completan Ganjahrfamily y, en la carpa sound system, Charlie Selecta, Selassie SoundSystem, EU-G Sound, Fly Katanah y Dj Mogro.
Todo puesto a disposición de un público cada vez más numeroso que se deja querer por los sonidos de raíces jamaicanas: «Tampoco hay un público tan extenso como en Madrid, pero poco a poco hay más afluencia y conseguimos que se vayan dando a conocer las nuevas propuestas, que no sea solo Bob Marley», asegura Méndez. Como en todo estilo musical, también hay puristas que reivindican los suyo y reniegan de nuevas tendencias: «Los hay, pero creo que en la variedad que traemos en el cartel de este año, aunque no te guste todo, es imposible no encontrar algo que te guste», confirma.
Tiempos difíciles
La historia del Foundation no siempre fue dulce. Durante once años se celebró en O Burgo, Culleredo, localidad próxima a A Coruña. «Pero hace dos años nos encontramos con que no teníamos dónde hacerlo, a tres meses de su celebración y con los billetes de avión de los artistas ya pagados», recuerda. Ese año se fueron a la playa de Miño, como solución casi improvisada, «pero nos cayó un auténtico diluvio. Para olvidarlo todo», reconoce el organizador. El año siguiente tampoco fue fácil: «Sobrevivimos de modo más modesto, en la sala O Túnel del Coliseo de A Coruña. Ahí teníamos techo, pero se perdía gran parte de la gracia. Esta es una música para escuchar al aire libre», apunta Méndez.
La salvación vino desde el concello de Narón, con los que han pactado la celebración del festival en el paseo marítimo de Xuvia por tres años: «Nos dejaron claro que no tenían dinero, pero que nos cedían las infraestructuras y nos echaban una mano en la medida de lo posible. Además, en el concello tienen proyectos de apoyo al pueblo saharaui, han llevado a grupos folklóricos de aquí a actuar a campamentos de refugiados, y para el año que viene intentaremos hacer un intercambio cultural a través del festival», añade el promotor.
No solo conciertos
El espíritu del Foundation va más allá de reunir a un grupo de aficionados alrededor de una selección de bandas. «Es un pequeño país durante dos días de paz y armonía», lo define su creador. Este espíritu casi familiar les ha llevado a habilitar un mercado con artesanía de distintos países, una zona dedicada a comida, talleres de danza del vientre y pintura de manos y una exhibición de malabares: «Y el parque infantil. La afluencia de gente nos obligó a pillar hinchables para los niños, porque cuando ven un grupo, aguantan lo que aguantan. Probamos un año con un hinchable y se multiplicó el número de niños», cuenta Méndez. Un festival para todos los públicos.