El infierno de Álex de la Iglesia

josé luis losa SAN SEBASTIÁN / E. LA VOZ

CULTURA

Carmen Maura recibió ayer en el festival el Premio Donostia por su larga carrera.
Carmen Maura recibió ayer en el festival el Premio Donostia por su larga carrera. rafa rivas < / span>Afp< / span>

Solo el gran cine de la sección oficial compensó el espantoso filme del vasco

23 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ya sorprendía que Álex de la Iglesia no hubiese estado este año en el Lido. Sus brujas se anunciaron muy pronto como fuera de concurso en San Sebastián y en el marco de la concesión del premio del festival a Carmen Maura. Todo tenía una pinta espantosa y la sospecha se hizo engendro ayer. Las brujas de Zugarramurdi marca una deriva hacia el precipicio en la carrera de De la Iglesia, de las que tiene pinta de irreversible.

Un arranque espasmódico, pseudotarantiniano, con la Puerta del Sol como escenario de un atraco de carnaval, pareció celebrarse mucho en la sala. Pero a medida que la película marchaba a empellones toscos, a golpe de chistes zafios, cóctel del Un, dos, tres y de Aquí huele a muerto, la afición se fue desinflando. Porque Las brujas de Zugarramurdi es una burda sucesión de gags dignos del Dúo Sacapuntas; un chafardero aquelarre sin punto de cocción alguno, y es que, más que aquelarre, el caos desafinado que preside esta película de maldad congénita es digno del ejército de Pancho Villa.

El guion, con plagios insultantes (los crucificados del clásico Hammer The Wicker Man), incluye un coro de brujas que bailan al son del Baga Higa Iga de Mikel Laboa, horterada que su director debe de considerar una broma muy cool. Si alguna vez tuvo aires de autor, De la Iglesia, conchabado con Enrique Cerezo, se tira abiertamente a por la pasta, ficha a Mario Casas y a Hugo Silva para que calienten hormonas y abusa de actrices nobles como Carmen Maura, que recogía su Premio Donostia, Terele Pávez o María Barranco.

Como conjuro contra la espantosa pócima, en el concurso vimos dos muy notables películas: Mon âme par toi guérie es un magnético tratamiento del francés François Dupeyron de la figura del sanador, aquí un epiléptico que posee el taumatúrgico don de curar muy a su pesar y que carga con él en un proceso que brinda por quitar hierro a la milagrería y que destila cine de áureo peso específico, de una libertad desembridada y escéptica, un filme de soberbia lucidez, la mejor obra en la carrera de Dupeyron.

En Le Week-end, el británico Roger Michell sortea el riesgo de hacer amable cine de pareja otoñal y reúne a Jim Broadbent y Lindsay Duncan, soberbios, en busca de atizar las cenizas del amor en París. El guion de Hanif Kureishi rehúye cualquier estereotipo de lo cursi y coquetea con el Después de anochecer de Linklater. Y Broadbent y Duncan, setentones amigos del sinpa en hoteles de lujo, celebran su viaje de liberación situacionista con un epílogo en el que bailan a su anárquico compás como los corsarios del Banda aparte de Godard.

«No quito nada»

En esta jornada desigual en San Sebastián, Carmen Maura se convirtió en la primera actriz española en recoger el Premio Donostia por su larga y premiada trayectoria, una carrera de la que, dijo, «no quito nada».