Los pecados de la sociedad sueca

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Carina Bergfeldt y Eva-Marie Liffner, una pegada a la actualidad y otra a la historia, escarban en la violencia doméstica y en el colaboracionismo nazi

03 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Ambas son mujeres, suecas y periodistas. Y ambas desembarcan en España con sendas novelas negras. Son Carina Bergfeldt (Götene, 1980) y Eva-Marie Liffner (Gotemburgo, 1957); una debutante y otra, veterana. Matar a papá y Hallazgo de un cadáver (Imago) no podían ser más diferentes, representan la variedad de un género tan rico en posibilidades como exitoso en ventas -el último oasis en la mala salud comercial de la literatura-. Son un indicativo de que el marchamo escandinavo es garantía de atención máxima en lo policíaco. El arrastre de Mankell y su inspector Wallander, elevado al infinito por la trilogía de Stieg Larsson, sigue ofreciendo réditos, y permite que se edite casi todo lo que llega de las frías latitudes nórdicas.

Pese a sus diferencias, Bergfeldt y Liffner coinciden en evitar el esquema clásico del noir sostenido en la figura del detective/inspector cuya personalidad -casi siempre cargada de problemas con el alcohol, las mujeres y las normas- fundamenta la novela. Ambas coinciden también en su voluntad de escarbar en los pecados, en el lado más oscuro, de la aparentemente idílica sociedad sueca.

Desde su perspectiva de reportera de conflictos, Bergfeldt -que ha palpado la violencia en Afganistán, Gaza, Siria, Irak- decide enfrentarse a la que tiene en su país (o en cualquier otro): cada 40 minutos una mujer llama a la policía en Suecia para denunciar malos tratos. Una violencia de puertas adentro que le llegaba todos los días a través del teléfono caliente que en su periódico (Aftonbladet, el más importante del tramo vespertino) disponen para que el ciudadano traslade sus denuncias. Su novela gira en torno a una víctima de padre maltratador -de toda la familia- y su proyecto de asesinarlo, narración que se entremezcla con una investigación a tres bandas -dos periodistas y una agente de policía- sobre la aparición del cuerpo sin vida de una mujer dada por desaparecida.

Sobre el descubrimiento de un cadáver también pivota Imago, como avanza su subtítulo. Pero la preocupación de Liffner la lleva al pasado: la documentación sobre el cuerpo de un soldado que apareció sepultado en una turbera poco antes de la Segunda Guerra Mundial empuja la investigación de una joven de hoy con vocación de historiadora hasta una sangrienta batalla del conflicto prusiano-danés de mediados del siglo XIX en la que murieron miles de daneses. La apuesta de Liffner es más literaria, con un lenguaje no tan directo. Conjugando los tres tiempos diferentes, la narración alcanza gran complejidad al ahondar en el dolor de la memoria, la guerra, las fronteras, y finalmente en el del colaboracionismo nazi.