México, corrupción y novela negra

Héctor J. Porto REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Casi 45 años median entre «El complot mongol», que fundó el género policíaco en el país latinoamericano, y la primera ficción de Jorge Zepeda

10 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Andaba el escritor vigués Domingo Villar allá por junio del 2007 firmando ejemplares de Ollos de auga en la feria del libro de Madrid cuando coincidió en la caseta con el novelista mexicano Xavier Velasco, quien, hablando de la salud del género policíaco latinoamericano, le recomendó la lectura de El complot mongol, de Rafael Bernal, un autor de culto, la piedra fundacional del noir en su país. Velasco salía de inmediato para París, a cubrir la final del Roland Garros; Villar volaba a México D.F., donde le aguardaba una promoción.

El gallego recorrió las tiendas de la capital, donde le repetían:

-Sí, sí, un gran clásico, pero inencontrable, descatalogado.

Hasta que halló un ejemplar en la librería de viejo Polanco. «Devoré la pinche novela», recuerda. Y desde entonces no dejó de darle la lata a su amigo íntimo de la infancia Luis Solano -también vigués pero afincado en Barcelona como responsable de Libros del Asteroide- para que la publicase. «Al principio me ganó el desánimo», admite Solano, cuando supo que los derechos estaban en manos de Planeta México, y que quizá querrían sacarla ellos. Tiempo después alcanzó un acuerdo para editarla únicamente en España, y ahora está ya en la calle. «Me gustó, me recordaba a los carvalhos, porque en su relato estaba la política, el hampa, pero también el fiel reflejo de la sociedad mexicana. Eso es lo que más me interesó», confiesa Solano.

A Villar, en cambio, lo que más le fascina, además de lo bien urdida que está, es «la creación del personaje de Filiberto García, su mirada amarga de la vida, a la vez bastante coñona, su sarcasmo, sus reflexiones de perro viejo... que se enamora de una mujer joven a pesar de su escepticismo». Para el escritor vigués, lo que diferencia de verdad una novela negra buena de una mala es el personaje, el policía, el detective, el sicario... Y «el de Bernal -ratifica- es todo un hallazgo».

Vigencia absoluta

Para Solano, la clave está en que la historia es perfectamente creíble, que «no ha perdido un ápice de vida» pese al paso del tiempo. El complot mongol apareció en 1969; Los corruptores, el brillante debut en la novela del periodista y analista político Jorge Zepeda, hace solo dos semanas. Quien intuyó la importancia de este libro fue la editora del sello Destino Silvia Sesé, cuyo olfato quedó sobradamente acreditado cuando descubrió a Stieg Larsson siendo este un desconocido.

El thriller político novela los hechos que Zepeda no pudo publicar en la prensa -son casi tres decenios de oficio-, las verdades de la impunidad del poder en México, de los manejos de los grandes partidos, del crimen organizado, «y sin la necesidad de aportar pruebas». En medio de una trama trepidante, el autor articula un fresco de la vida pública de su país alrededor de un cuarteto de amigos de la niñez (que incluye al político, al agente de inteligencia, al periodista quemado y al idealista impenitente) que conjugará los atractivos condimentos del amor, la lealtad y la traición, viejas tensiones emocionales que afloran de nuevo.

Salvo los 70 periodistas asesinados en México en los últimos años, el imperio cuasifeudal de los gobernadores estatales, y otros aspectos matizables -también el auge del negocio del narcotráfico y el fracaso del Estado mexicano-, las situaciones de corrupción política son perfectamente trasladables a España, como lo prueba el ejemplo de Marbella. Y este fue uno de los alicientes mayores que halló Sesé en ayudar a lanzar el estreno de Zepeda como novelista.