Los trajes que Givenchy diseñó para Audrey Hepburn, en el museo Thyssen

Gloria Salgado MADRID / COLPISA

CULTURA

Detalle de una chaqueta de «patchwork» de Givenchy, colocada ante un lienzo de Robert Delaunay.
Detalle de una chaqueta de «patchwork» de Givenchy, colocada ante un lienzo de Robert Delaunay. G. JULIEN < / span>AFP< / span>

«La "haute couture" ya ha vivido su tiempo, llegó a su fin cuando el último de los grandes, Yves Saint Laurent, nos dejó», lamenta el modisto francés

21 oct 2014 . Actualizado a las 05:00 h.

El Museo Thyssen-Bornemisza presenta la primera gran retrospectiva del modisto francés Hubert de Givenchy (Beauvais, 1927), leyenda viva de la alta costura. La exposición, ideada y supervisada al detalle por el propio diseñador y la primera incursión de la pinacoteca en el mundo de la moda tras las negociaciones fallidas con el italiano Valentino (la baronesa Thyssen ha salido ganando), ofrece un enfoque excepcional de las creaciones del galo desde la apertura de la maison en 1952 hasta su retirada en 1996.

Un centenar de piezas, algunas inéditas, de museos y de colecciones privadas, dialogarán con 17 obras de la colección Thyssen desde mañana hasta el 18 de enero. Una exposición con la que Givenchy rinde tributo a su musa y gran amiga Audrey Hepburn, que lo catapultó a la fama. El maestro dice de ella que «sabía llevar un traje mejor que nadie, pero sobre todo era una persona íntegra». Entre sus piezas más emblemáticas, con el petite robe noire de Desayuno con diamantes como estrella, también tienen un lugar especial otras mujeres del siglo XX como Jackeline Kennedy o la duquesa de Windsor.

El recorrido empieza la que fue la primera colección en su propia casa de costura, con obras como la famosa blusa Bettina, llamada así en honor de una de las modelos más bellas de la época, que da paso a un conjunto de vestidos que combinan el blanco y el negro, introduciendo aquí una de las mayores señas de identidad de Givenchy: su maestría con el negro; es el único diseñador que se ha apropiado de un color, aprovechando todos sus matices. La exhibición muestra el trabajo artesanal en bordados y muselinas y, como si de un desfile se tratase, sus trajes de novia y de noche más representativos cierran su merecidísimo homenaje.

El comisario Eloy Martínez de la Pera calificó la exposición de «momento histórico» por tratarse de un homenaje al «último gran maestro de la alta costura», con el que «la sociedad tenía una deuda». El modisto agradeció a la baronesa la oportunidad de celebrar esta gran retrospectiva en un museo como el Thyssen, así como en España, país al que se ha mostrado muy unido, entre otros aspectos por su maestro y mentor Balenciaga, del que heredó la pureza de líneas y volúmenes y su pasión por los tejidos de excepcional calidad. «La haute couture ya ha vivido su tiempo» y «llegó a su fin cuando el último de los grandes, Yves Saint Laurent, nos dejó». «Las cosas que ves en las boutiques no tienen ni pies ni cabeza. Ahora hay modas, no moda», zanjó.