Navidad de cine: Películas para soñar en familia

PABLO GÓMEZ-PAN

CULTURA

Porque no hay colegio, porque Disney estrena, porque Tim Burton presenta su última película, y «El Hobbit» ya llegó a las salas. Estas fiestas nadie podrá decir que no hay nada en el cine

26 dic 2014 . Actualizado a las 16:30 h.

«El Hobbit»

Llega al final de un largo viaje

El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos es la tercera y última entrega de la adaptación cinematográfica de la novela de J.R.R. Tolkien, El Hobbit. También, la mejor tratada por la crítica, que castigó a las dos anteriores por alargar hasta lo inaguantable una novela que en la mayoría de las ediciones en castellano no supera las 250 páginas. Con sus menos de dos horas y media de duración, esta es la más corta de las tres películas (que en total suman nada menos que ocho horas de metraje) y, como nos anticipa su título, consiste en batalla, batalla y más batalla.

Su director, el neozelandés Peter Jackson, está muy lejos de sus años de director de serie B, en los que nos dejó clásicos underground como Mal gusto o Braindead. Tu madre se ha comido a mi perro. Hace lustros que las superproducciones para toda la familia son lo suyo, y en el final de la saga el hombre no iba a escatimar medios.

Los más acérrimos seguidores de esta saga sabrán que Jackson ha adaptado con mucha libertad el original de Tolkien: reordenación de secuencias, omisión de algunos detalles, excesiva importancia de otros... Más allá del dogmatismo de algunos fans, es inevitable reconocer en estos problemas algo común a cualquier adaptación y, en general, los más sensatos parecen convenir que la lectura de Jackson, aunque larga, es encomiable.

Concluye, pues, la saga de películas inspirada en la obra de Tolkien con esta tercera entrega (la sexta, si se suma a las tres anteriores de la trilogía de El Señor de los Anillos). Queda en el aire la pregunta ¿rodará por fin Jackson El Silmarillion? Parece improbable, porque mientras que Tolkien vendió personalmente los derechos de El Señor de los Anillos y El Hobbit en los años sesenta, los del Silmarillion los posee el Tolkien Estate (traducible por «la hacienda» de Tolkien) y sus miembros no parecen muy por la labor de que se convierta en película. Así que, hasta nuevo aviso, ver El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos es decir adiós al mundo cinematográfico de Tolkien.

«Big Hero 6»

El extraño encanto de Baymax

Big Hero 6, la última producción de Disney, es la adaptación de un cómic casi desconocido de Marvel, compañía que Disney adquirió en el 2009. Ambientado en San Fransokyo (un híbrido de San Francisco y Tokio), narra el relato de iniciación de un adolescente con mucho talento para la robótica, su grupo de súper héroes y su compañero Baymax, el robot con forma de muñeco de Michelin que le está robando el corazón a crítica y público como no lo había hecho ningún otro robot animado desde, por lo menos, Wall-E.

Disney se renovó radicalmente en 2006 tras la absorción de Pixar, la compañía de animación que amenazaba con sustituirla como centro del imaginario infantil contemporáneo. John Lasseter, fundador de Pixar y actual director creativo del conglomerado, lo dirige con el mismo talante con el que lo hacía en Pixar: dando importancia por encima de todo a las historias y sabiendo hacerlas atractivas a un tiempo para grandes y pequeños.

La película, dirigida por Williams y Hall, continúa con la mejor tradición de ambas compañías: un espectáculo visual exuberante anclado firmemente en una historia que, sin ser particularmente original, saben narrar con solvencia. Y nos vuelven a traer, tras varios años de sequía, un personaje inolvidable, que por cierto no existía en la versión original de Marvel, en la que el cariñoso robot era nada menos que una máquina de combate. Junto a él, un catálogo de buenos y malos que mantendrá a toda la familia pegada al asiento durante sus 102 minutos.

«Holy Night! Noche ¿de paz?»

La última joya de Dygra en teatros y centros de cultura

Su nombre era una garantía de calidad. Al hilo de proyectos tan redondos como O bosque animado o O soño dunha noite de San Xoán, mimados por el público y la crítica, Dygra sentó en Galicia las bases de una industria de la animación propia cuyos pies, por desgracia, se asentaban en arenas movedizas. La crisis y el esfuerzo realizado para alumbrar su última cinta, cuyo presupuesto se fue a los doce millones de euros, condujo a la emblemática productora a la quiebra. Los bancos se quedaron con Holy Night!, del realizador cambadés Juan Galiñanes, y la película, concebida para el mercado internacional, acabó en un cajón. Lo importante es que ahora, tres años después, llega por fin a las salas de proyección, aunque a través de un circuito alternativo. De la mano de Mr. Misto, las aventuras del niño Jesús y los regalos de Papá Noel, desaparecidos del salón de casa, están recorriendo teatros y centros culturales de toda Galicia. Medio millar de espectadores la disfrutaron en Vilagarcía de Arousa el fin de semana pasado, lo que constituye un excelente precedente a la hora de idear un lanzamiento más ambicioso. De momento se sirve en castellano, aunque la versión en inglés ya está lista y se estudia su doblaje al gallego. Magnífica factura marca Dygra y una buena historia, cien por ciento navideña, que satisface a toda la familia.

«Big Eyes»

El retrato de un fraude

Tim Burton, que a menudo ha hecho gala de su gusto por lo kitsch, aborda en Big Eyes la rocambolesca historia de una de las mayores artistas del género, la pintora Margaret Keane. Su nombre bien puede no sonarles, porque aunque sus ventas fueron multimillonarias, su obra siempre estuvo denostada por la crítica. Sin embargo, sus retratos de niños lánguidos y perritos de ojos enormes inundaron Occidente entre los años 50 y 70 (¿quién no los recuerda colgados de las paredes de hoteles de tres al cuarto, junto a arlequines con globos y manadas de caballos salvajes?). Es posible que su nombre tampoco les suene porque sus cuadros no los firmaba ella, sino su marido Walter. El hombre decidió que una mujer tenía menos posibilidades de triunfar en el competitivo mercado del arte y se arrogó el derecho de venderlos como si fueran suyos. Big Eyes, que enlaza con las películas menos burtonianas de su filmografía (principalmente, Big Fish), está protagonizada por Amy Adams (Encantada, La duda) y el austriaco Christoph Waltz (dos veces ganador del Oscar al mejor actor secundario por Malditos Bastardos y Django Desencadenado). Las credenciales de Tim Burton como artífice de mundos propios no hacen falta ser recordadas. Si bien su reputación sufrió merecidamente tras el estreno de películas como El planeta de los simios o Alicia en el país de las maravillas, sus primeros clásicos (Beetlejuice, Batman, Eduardo Manostijeras) y sus recientes aciertos (Frankenweenie) lo eximen de toda duda.

«El club de los incomprendidos»

Gancho para adolescentes

Una adolescente se instala en Madrid tras la separación de sus padres. Es llegar al instituto y acabar en manos del orientador junto a un grupo de supuestos incomprendidos. Ahí están el club, el descubrimiento del amor, las nuevas amistades y el poderoso atractivo de la gran ciudad. Basada en la novela Buenos días, Princesa, del sevillano Blue Jeans. Con mimbres de taquillazo y potencial para convertirse en trilogía, siguiendo al libro.

Noche en el Museo 3

Lo último de Robbin Williams

En este gato cósmico y en su peto máxico descansa buena parte del potencial normalizador del idioma propio entre las generaciones más jóvenes de gallegos. Como en Sin Chan, hasta que se esfumó de la parrilla autonómica. Mientras los próceres del asunto se devanan los sesos pensando cómo reenganchar a los chavales a la lengua, Doraemon y Nobita se asoman a la gran pantalla con tecnología CGI 3D y mayor realismo. Arrasó en Japón.

«Stand By Me Doraemon»

El retorno del gato cósmico

La nueva entrega de la saga Noche en el museo, que en esta ocasión se sumerge en los secretos del Antiguo Egipto, pasará a la historia del celuloide como el último trabajo de Robin Williams. El excelente actor se despide del público con una comedia en la que se mete en la piel del presidente estadounidense Theodore Rooselvet para echar un cable a Ben Stiller, de lo mejor que ha dado el género de la risa americana en los últimos tiempos.